Oscar A. Pérez Sayago
Secretario General
Confederación Interamericana de Educación Católica
La educación necesaria hoy es una educación que no sólo no tiene miedo de la complejidad de la realidad, sino que se esfuerza por capacitar a todos aquellos a quienes se dirige para que puedan vivir esta complejidad y a ´humanizarla´, con la conciencia que cualquier instrumento depende siempre de la intencionalidad de quienes lo utilizan. (Instrumentum laboris, El Contexto. 2. Tiempos Educativos y tiempos tecnológicos).
En cuanto al método, la educación es un movimiento inclusivo. Una inclusión que va hacia todos los excluidos: por la pobreza, por la vulnerabilidad debida a guerras, hambrunas y desastres naturales, por la selectividad social, por las dificultades familiares y existenciales. Una inclusión que se concretiza en acciones educativas a favor de los refugiados, de las víctimas de la trata de seres humanos, de los migrantes, sin distinción alguna de sexo, religión o etnia. La inclusión no es un invento moderno, sino una parte integral del mensaje salvífico cristiano. Hoy es necesario acelerar este movimiento inclusivo de la educación para poner coto a la cultura del descarte, cuyo origen es el rechazo de la fraternidad como elemento constitutivo de la humanidad. (Discurso a la Asamblea Plenaria de la Congregación Educación Católica, 20/02/20).
Me pregunto con ustedes educadores: ¿Velan por sus alumnos, ayudándolos a desarrollar un espíritu crítico, un espíritu libre, capaz de cuidar el mundo de hoy? ¿Un espíritu que sea capaz de buscar nuevas respuestas a los múltiples desafíos que la sociedad hoy plantea a la humanidad? ¿Son capaces de estimularlos a no desentenderse de la realidad que los circunda, no desentenderse de lo que pasa alrededor? ¿Son capaces de estimularlos a eso? Para eso hay que sacarlos del aula, su mente tiene que salir del aula, su corazón tiene que salir del aula. ¿Cómo entra en la currícula universitaria o en las distintas áreas del quehacer educativo, la vida que nos rodea, con sus preguntas, sus interrogantes, sus cuestionamientos? ¿Cómo generamos y acompañamos el debate constructor, que nace del diálogo en pos de un mundo más humano? El diálogo, esa palabra puente, esa palabra que crea puentes. (Discurso en el Encuentro con el mundo de la enseñanza. Pontificia Universidad de Ecuador (Quito), 07/07/15).
Reconstruir el humanismo también significa orientar el trabajo educativo hacia las periferias, las periferias sociales y las periferias existenciales. A través del servicio, del encuentro y de la acogida, se ofrecen oportunidades a los más débiles y vulnerables. Así, se crece y se madura juntos, entendiendo las necesidades de los demás. De ese modo, la comunidad educativa, a través del paciente trabajo diario genera una amplia inclusión, que traspasa los muros de la escuela y se extiende con su fuerza transformadora a toda la sociedad, favoreciendo el encuentro, la paz y la reconciliación. (Videomensaje al Congreso de la OIEC, 08/06/19).
De manera más general, me gustaría invitar a los ateneos católicos a educar a sus estudiantes, algunos de los cuales serán líderes políticos, empresarios y artífices de cultura, a una lectura cuidadosa del fenómeno migratorio, en una perspectiva de justicia, corresponsabilidad global y de comunión en la diversidad cultural. (Discurso a la Federación Internacional de las Universidades Católicas, 04/11/17).
¿Cuál es la mayor tentación de las guerras en este momento? Los muros. Defenderse, los muros. El fracaso más grande que puede tener un educador es educar dentro de los muros. Educar dentro de los muros de una cultura selectiva, los muros de una cultura de la seguridad, los muros de un sector social acomodado que no sigue adelante. (Discurso en la clausura del Congreso Mundial Educativo de Scholas Occurrentes, 05/02/15).
Otro elemento típico de la educación es el de ser un movimiento de equipo. Nunca es la acción de una sola persona o institución. La Declaración conciliar Gravissimum educationis afirma que la escuela ´constituye como un centro de cuya laboriosidad y de cuyos beneficios deben participar aun tiempo las familias, los maestros, las diversas asociaciones que promueven la vida cultural, cívica y religiosa, la sociedad civil y toda la comunidad humana (n.5). Por su parte, la Constitución Apostólica Ex corde Ecclesiae, que este año celebra el trigésimo aniversario de su promulgación, afirma que la Universidad Católica persigue sus propios objetivos también mediante el esfuerzo por formar una comunidad auténticamente humana, animada por el espíritu de Cristo (n.21). Pero toda universidad está llamada a ser una ´comunidad de estudio, de investigación y de formación´ (Constitución Apostólica Veritatis gaudium art.11, pár.1). (Discurso a la Asamblea Plenaria Congregación Educación Católica, 20/02/20).
[…] nueva educación que fomente la trascendencia de la persona humana, el desarrollo humano integral y sostenible, el dialogo intercultural y religioso, la salvaguardia del planeta, los encuentros por la paz y la apertura a Dios. (Videomensaje para el lanzamiento de la Misión 4.7 y el Pacto Educativo, 16/12/20).
Los jóvenes líderes y los educadores globales se están reuniendo desde todas partes del mundo para promover un nuevo tipo de educación, que permita superar la actual globalización de la indiferencia y la cultura del descarte. Dos grandes males de nuestra cultura, la indiferencia y el descarte. (Videomensaje para el lanzamiento de la Misión 4.7 y el Pacto Educativo, 16/12/20).
Emerge con toda su fuerza, por lo tanto, la exigencia de estimular la fascinación por el sano riesgo y de despertar la inquietud por la realidad. Atreverse a tal inquietud es arriesgarse a salir de sí mismo que implica correr el riesgo -como leemos en la Evangelii gaudium- del encuentro con el rostro del otro, con su presencia física que interpela, con su dolor y sus reclamos, con su alegría que contagia en un constante cuerpo a cuerpo (n.88). (Instrumentum laboris. La Visión: 3. El mundo puede cambiar).