La Hermana María Antonieta García Carrizales es actualmente Superiora General de la Congregación de Religiosas Franciscanas de la Inmaculada Concepción y directora del C.E.P. La Inmaculada Concepción, en Santiago de Surco, Lima (Perú). Desde la privilegiada posición que ofrece estar pegada a la enseñanza, esta doctora en educación y filosofía, investigadora, y hasta investida como ‘honoris causa’, aunque, sobre todo, maestra, fue durante ocho años, hasta hace pocos meses, presidenta de la CIEC, Confederación Interamericana de Educación Católica, y vicepresidenta de la OIEC, la Oficina Internacional de Educación Católica.
Es decir, todo un referente, no solo en su calidad de reputada docente e investigadora, también como alta representante mundial de la educación católica. En esta entrevista concedida a ÉXITO EDUCATIVO, la Hermana María Antonieta García Carrizales despliega, no solo sus acreditados conocimientos sobre el ‘estado de la cuestión’ de la enseñanza católica en el mundo, y en particular en Iberoamérica, sino también su carisma y humildad, que se diría que son características propias de los franciscanos, como ella, pero que nos sirve a todos como ejemplo a seguir. Esto piensa, a requerimiento de nuestras preguntas, la doctora García Carrizales. Paz y bien.
Hermana María Antonieta García: “Es necesario que la escuela católica sepa definirse a sí misma de manera eficaz, convincente y actual”
Hermana, ¿podría hacer una evaluación del estado de la educación en Latinoamérica? ¿Cuáles serían sus principales fortalezas y, por el contrario, sus debilidades?
Si se trata de hacer una evaluación del estado de la educación en Latinoamérica, nos encontramos que el mayor problema que tiene es la desigualdad, el bajo presupuesto asignado a este sector origina muy altos niveles de pobreza de aprendizaje e inequidades persistentes.
“El financiamiento escolar es una herramienta política fundamental para promover la igualdad”, afirma Gregory Elacqua, economista principal de la División de Educación del BID. “El aumento en el gasto educativo mejora el rendimiento escolar de los estudiantes, especialmente de aquellos que provienen de entornos más desfavorecidos, lo que tiene un impacto positivo en la movilidad económica intergeneracional y aumenta las posibilidades de alcanzar salarios más altos en la edad adulta”.
Los resultados muestran que las principales fortalezas son el incremento de la matrícula, aunque, si bien es cierto que algunos países como Chile lo han logrado, sin embargo, otros no, producto de la corrupción y bajos niveles de presupuesto. Otra fortaleza sería el compromiso del profesorado en su quehacer educativo, los sistemas educativos latinoamericanos son resilientes y fuertes; un ejemplo es que, de alguna manera, ante una emergencia como la pandemia, todos los maestros buscaron la forma de llegar a sus estudiantes.
Porque un maestro que se adapta, que se reinventa, tal como sucedió con el uso de las tecnologías, logró adaptarse a lo que estaba previsto para dentro de 20 o 25 años. También destacaría como valiosa la responsabilidad compartida entre padres, educadores y comunidades y la valoración de la labor del docente por parte de los padres de familia.
Entre las debilidades, hablaría del insuficiente presupuesto; como consecuencia de ello la enseñanza católica, con carácter general, presenta una infraestructura precaria y aflora la existencia de la brecha tecnológica consecuencia de la brecha económica. En suma, hay falta de políticas educativas que asistan a niños con problemas emocionales, puesto que las escuelas deberían contar con asistentes sociales, psicopedagogos, psicólogos, un conjunto de profesionales que trabajen en su conjunto.
¿Cómo analiza, desde su conocimiento, la aportación e inversión de las administraciones públicas por mejorar la educación en sus respectivos países?
No es lo que se esperaba realmente para mejorar la educación. Por ejemplo, en Perú, el 4% del PIB no representa significativamente cubrir las necesidades, se sostiene que este presupuesto del sector educación para el 2023 tiene como prioridad incrementar las remuneraciones de los maestros, mejorar la capacitación con el propósito de elevar la calidad del servicio educativo y atender las necesidades de los gobiernos locales, que incrementarán sus inversiones.
¿Y cuál es la situación que viven en particular los centros educativos católicos?
La escuela católica es el lugar de la educación integral de la persona humana a través de un claro proyecto educativo que tiene su fundamento en Cristo; su identidad eclesial y cultural; su misión de caridad educativa; su servicio social; su estilo educativo que caracteriza a toda su comunidad educativa.
En los umbrales del tercer milenio la educación y la escuela católica se encuentran ante desafíos nuevos lanzados por los contextos sociocultural, y político. Se trata en especial de la crisis de valores, que asume las formas, frecuentemente propaladas por los medios de comunicación social, de difuso subjetivismo, de relativismo moral y de nihilismo.
También el profundo pluralismo que impregna la conciencia social da lugar a diversos comportamientos, en algunos casos tan antitéticos como para minar cualquier identidad comunitaria. Otros desafíos con los rápidos cambios estructurales, las profundas innovaciones técnicas y la globalización de la economía repercuten en la vida del hombre de cualquier parte de la tierra. Porque, contrariamente, a las perspectivas de desarrollo para todos, se asiste a la acentuación de la diferencia entre pueblos ricos y pueblos pobres, y a masivas oleadas migratorias de los países subdesarrollados hacia los desarrollados.
¿Cómo se afronta una realidad tan diversa y multicultural como la que se viven en Latinoamérica?
Hemos de prestar especial atención a los fenómenos de la multiculturalidad, y de una sociedad que cada vez es más plurirracial, pluriétnica y plurirreligiosa, lo que trae consigo enriquecimiento, pero también nuevos problemas. A esto se añade, en los países de antigua evangelización, una creciente marginación de la fe cristiana como referencia y luz para la comprensión verdadera y convencida de la existencia.
El drama de la extrema pobreza y del hambre extendido por el mundo, los conflictos y guerras civiles, el degrado urbano, la difusión de la criminalidad en las grandes áreas metropolitanas de tantas ciudades, no permiten la total realización de proyectos formativos y educativos. Incluso, en algunas partes del mundo son los propios gobiernos los que obstaculizan, cuando no impiden de hecho, la acción de la escuela católica, a pesar del progreso de ideas y prácticas democráticas, y de una mayor sensibilización por los derechos humanos.
La situación económica también es un problema al que deben enfrentarse…
La situación repercute especialmente sobre la escuela católica en aquellos países que no tienen prevista ninguna ayuda gubernativa para las escuelas no estatales. Esto hace que la carga económica de las familias que no eligen la escuela estatal sea casi insostenible, y compromete seriamente la misma supervivencia de las escuelas. Además, las dificultades económicas, a más de incidir sobre la contratación y sobre la continuidad de la presencia de los educadores, pueden hacer que los que no tienen medios económicos suficientes, no puedan frecuentar la escuela católica, provocando, de este modo, una selección de alumnos, que hace perder a la escuela católica una de sus características fundamentales, la de ser una escuela para todos.
¿Y todo esto en el campo específico de la educación?
Pues las funciones se han ampliado, llegando a ser más complejas y especializadas. Surgen nuevas necesidades que han dado fuerza a la exigencia de nuevos contenidos, de nuevas competencias y de nuevas figuras educativas, además de las tradicionales. Así educar, hacer escuela en el contexto actual resulta especialmente difícil.
¿Cómo afrontar todo esto?
En mi opinión, frente a este panorama, la escuela católica está llamada a una renovación valiente. La herencia valiosa de una experiencia secular manifiesta, en efecto, la propia vitalidad, sobre todo por la capacidad para adecuarse sabiamente.
Es necesario, por tanto, que también hoy la escuela católica sepa definirse a sí misma de manera eficaz, convincente y actual. No se trata de simple adaptación, sino de impulso misionero: es el deber fundamental de la evangelización, del ir allí donde el hombre está para que acoja el don de la salvación. Evangelizar todos los procesos educativos. Es la persona de Jesús que le da identidad a la escuela católica.
¿Cuál es el aporte singular, desde su punto de vista, que hace la educación católica?
Con satisfacción recorremos el camino positivo que la escuela católica ha trazado en estos últimos decenios. Ante todo, se debe considerar la ayuda que ella presta a la misión evangelizadora de la Iglesia en todo el mundo, incluso en aquellas zonas en las que no es posible otra acción pastoral. La escuela católica, a pesar de las dificultades, ha querido seguir siendo corresponsable del desarrollo social y cultural de las diferentes comunidades y pueblos, de los que forma parte, compartiendo los éxitos y las esperanzas, los sufrimientos, las dificultades y el esfuerzo para un auténtico progreso humano y comunitario.
No hay que olvidar la valiosa ayuda que ella, poniéndose al servicio de los pueblos menos favorecidos, presta a su progreso espiritual y material. Ni tampoco el impulso dado por la escuela católica a la renovación pedagógica y didáctica, y el gran esfuerzo prodigado por tantos fieles, sobre todo por cuantos, consagrados y laicos, viven su función docente como vocación y auténtico apostolado.
No podemos olvidar, ni mucho menos, la contribución de la escuela católica a la pastoral de conjunto, y a la familiar en particular, subrayando al respecto, la prudente labor de inserción en las dinámicas educativas entre padres e hijos y, muy especialmente, el apoyo sencillo y profundo, lleno de sensibilidad y delicadeza, ofrecido a las familias “débiles” o “rotas”, cada vez más numerosas.
En este contexto, imagino que el Pacto Educativo Global que lanzó el Papa Francisco es una referencia…
Con él, el Papa Francisco se compromete al cuidado de la naturaleza. Una escuela acatólica humana y humanizadora. La escuela es, indudablemente, encrucijada sensible de las problemáticas que agitan este inquieto tramo final del milenio. La escuela católica, de este modo, se ve obligada a relacionarse y ayudar a los adolescentes y jóvenes que viven las dificultades de los tiempos actuales, en este contexto. Se encuentra con alumnos que rehúyen el esfuerzo, incapaces de sacrificio e inconstantes y carentes, comenzando a menudo por aquellos familiares, de modelos válidos a los que referirse. Hay casos, cada vez más frecuentes, en los que no sólo son indiferentes o no practicantes, sino faltos de la más mínima formación religiosa o moral. A esto se añade en muchos alumnos y en las familias, un sentimiento de apatía por la formación ética y religiosa, por lo que al fin aquello que interesa y se exige a la escuela católica es sólo un diploma o a lo más una instrucción de alto nivel y capacitación profesional.
CIEC refiere, casi en forma de eslogan, la expresión ‘recuperar la dimensión de lo sagrado’ en el contexto educativo.
Si queremos educar en una vivencia religiosa, hemos de empezar por ayudar a los jóvenes a percibir la experiencia de lo sagrado. Nada es sagrado. Esta parece ser la consigna de nuestro tiempo. La conciencia de que estamos ante un lugar sagrado o viviendo un acontecimiento sagrado nos remite directamente a una especial presencia de Dios. Una presencia que se hace en ese momento y lugar, de alguna forma misteriosa, casi tangible.
Esa experiencia de lo sagrado, esencial al hecho religioso, impregnó la vida de nuestros antepasados. Sabían que había momentos que eran sagrados, acontecimientos en los que el tiempo se paraba y tocaba la eternidad. La eucaristía, de una manera muy especial, nos traslada a la misma cena del jueves santo, ante el único sacrificio de Cristo en la cruz, al misterio de la resurrección de Jesús. Tiempos sagrados en los que se toca la eternidad.
También nuestros antepasados sabían que había lugares sagrados. Espacios privilegiados, puertas a lo infinito, en los que la presencia de Dios se hacía palpable. En santuarios como Lourdes o Fátima se hace cercano lo sobrenatural. En Nazaret nos sobrecoge leer en el altar “Verbum Caro Hic Factum Est”, en este lugar se unieron el cielo y la tierra. Un lugar en el que hay que entrar con un silencio respetuoso, casi de puntillas. Descalzándose el alma.
Y sin embargo…
Hoy nada es sagrado. Todo ha quedado desencantado. Y banalizado, que es la forma de acabar con esa experiencia de estar ante algo que nos remite más allá, que trasciende su propia realidad. Sin duda esa pérdida de conciencia de lo sagrado es una de las consecuencias de ese “desencantamiento” que caracteriza nuestra era secular, tal como lo definía el filósofo Charles Taylor. Una mentalidad que configura al hombre moderno.
Para el hombre actual el tiempo no es más que una sucesión de acontecimientos, uno detrás de otro. Y el espacio es pura materia que se remite solo a sí misma. El mismo concepto de sagrado parece pertenecer a otra época, a la edad media. Sin duda, si queremos educar en una vivencia religiosa, hemos de empezar por ayudar a los jóvenes a percibir esa experiencia de lo sagrado.
Empezando por nuestras propias celebraciones y templos. Hay que dejar espacio para el silencio y descubrir que el templo es un lugar sagrado habitado por el Dios vivo. Reconocer su presencia. Admirarse y sobrecogerse. Ayudarles a entrar con los gestos, la música, el arte en esa experiencia que sobrecoge el alma y la pone en contacto con el misterio. Y en esto, hemos de ser sinceros, hemos ido perdiendo sensibilidad y nos hemos contagiado de ese ambiente profano. Pero la educación en lo sagrado abarca toda la vida. Debemos enseñar a los niños y jóvenes a descubrir la huella del Creador cuando contemplen la naturaleza. Mostrarles que hay un sentido en la historia de la Humanidad. Ayudarles a rasgar las apariencias y ver más allá.
Necesitamos reconectar con lo sagrado y educar en ello a las nuevas generaciones. Y no es una tarea fácil. Hay toda una cultura que lo dificulta. Pero es esencial hacerlo si queremos verdaderamente afrontar la evangelización de este mundo. A nuestro favor, como siempre, tenemos el corazón del joven que intuye vivamente que tiene que haber “algo más”. Que el tiempo no se nos puede acabar. Que, como decía Máximo en la película Gladiator, “lo que hacemos en la vida, ¡tiene su eco en la eternidad!”.
¿Qué opina sobre la oportunidad de ‘revalorizar’ los valores, si me permite el juego de palabras?
En momentos de alta confusión, es urgente poner de relieve el valor de los valores, como guías y orientadores de nuestras respuestas como entidades sociales, con una idea clara en el visor: volver a lo esencial, al origen que nos llevó a poner en marcha y trabajar como organización, a ilusionarnos por mejorar aquello que no estaba bien
Si los valores están en sus cimientos, la estrategia de la organización vendrá de sus entrañas identitarias, de sus raíces ideológicas que ahora más que nunca se necesitan. Las respuestas que demos serán tanto más acertadas cuanto más alineadas estén con nuestros valores.
A su juicio, ¿Qué debería ocurrir para que la educación mejorara en Latam? ¿Qué papel, en este sentido, deben jugar las instituciones públicas, pero también las privadas?
Compensar la desigualdad es la gran cuenta pendiente. Las escuelas no están cumpliendo con el rol de igualar oportunidades. “Hemos fallado como sistemas educativos en hacer que la escuela logre compensar, que las escuelas a donde van niños que llegan con desventajas por el bajo nivel económico y cultural, quizás de sus familias, encuentren en la escuela un ámbito en el que puedan nivelarse”, afirmó Claudia Uribe, directora de la Oficina Regional de Educación para América Latina y el Caribe de UNESCO (OREALC/UNESCO) con sede en Santiago. “Esto es muy preocupante porque la escuela está reproduciendo una desventaja que ya traen los estudiantes”.
Por tanto, hay que formar y valorar a los docentes. Para Uribe, “el tema docente es un tema que tiene muchísimas dimensiones y que empieza desde a quien atraes tú a la docencia, pues en la región en las últimas, yo diría, dos, tres décadas, la profesión sufrió un proceso de desprestigio. Algunos países han hecho mucho esfuerzo en poder revertir eso a través de incentivos, mejoras de salarios, a través de visualizar el trabajo docente como una profesión de la importancia que tiene”.
Uribe destacó además la necesidad de una consistencia en política educativa: “Creo que es un tema que la región tiene también que mejorar. Y es que andamos con políticas pendulares, pasamos de un extremo a otro. No hay consistencia, cambia el gobierno y cambia todo y se hace un nuevo currículo, una nueva política”.
Por supuesto, también hay que ayudar a los padres a ayudar. Entre las acciones implementadas por Perú está la realización de jornadas para encuentros con padres de familia en las que reciben capacitación y orientación de cómo ayudar a sus hijos e hijas para mejorar sus aprendizajes.
Uribe afirmó que “hay muchos programas que han intentado traer y acercar más a los padres a la escuela, pero no se puede decir que sea una práctica común en América Latina”. “Y es algo crítico”, agrega, “porque finalmente todo tu desarrollo del lenguaje, de tu actitud hacia aprender, de tu conocimiento del mundo se inicia en el contexto de una familia”.
De modo determinante, hay que sentar las bases: la importancia del preescolar. El estudio apuntó que los niños que fueron a un preescolar obtuvieron mejores resultados que aquellos que no tuvieron acceso a la educación inicial. “La educación preescolar es importante para todos los niños, pero más aún para los niños en donde en sus casas no hay un ambiente que ayude al desarrollo de sus habilidades”, señaló Uribe.
“El período de los primeros años de vida, de los 0 a los 5 años, es un período en donde el desarrollo del cerebro humano es fenomenal por la cantidad de conexiones que hace el cerebro, por el desarrollo del lenguaje, es como una ventana de oportunidad que no vuelve a repetirse en la vida”, afirmó Uribe.
Saber en qué invertir. Uribe aclaró que la inversión por sí sola no es una solución, realmente se necesita mucho conocimiento, se tiene que aplicar ciencia, organizar un proceso educativo que tenga resultados y que nos prepare para lo que necesitamos estar preparados que cada día es más complejo y más desafiante”.
No olvidemos que esto es como una carrera contra el tiempo: hay recuperar a los niños después de la pandemia. Un nuevo estudio, publicado el 6 de diciembre conjuntamente por la UNESCO, UNICEF y el Banco Mundial, presentó datos concretos, no solo estimaciones, sobre el impacto de la pandemia en las escuelas.
El informe, ‘El estado de la crisis global de educación: un camino hacia la recuperación’, señala por ejemplo que los alumnos en el estado de Sao Paulo, en Brasil, aprendieron solo el 28% de lo que hubieran aprendido en clases presenciales, y que el riesgo de abandono aumentó más del triple. En el caso de México, datos de dos estados indican “pérdidas significativas de aprendizaje en lectura y matemáticas”. Y el impacto es peor en alumnos de hogares de bajos ingresos y niñas. Tanto en México como en Brasil las pérdidas de aprendizaje fueron mayores en matemáticas que en lectura.
El estudio recomienda las siguientes medidas: consolidar el curriculum (priorizar qué enseñar porque no puede cubrirse todo lo perdido), ampliar las horas de instrucción (más horas de clase) y hacer el aprendizaje más eficiente (por ejemplo, a través de tutorías en grupos pequeños).
¿Qué papel deben desempeñar las familias en la educación de sus hijos? Se lo pregunto porque en no pocos casos padres y madres dejan esa parcela en manos de los profesores, en el entendido de que para eso les pagan…
El primer y más importante agente socializador de los niños y niñas, es la familia. Esta institución, con el paso del tiempo ha ido sufriendo una serie de modificaciones, tanto en su estructura como en sus funciones. Estos cambios que se han ido generando, ocasionados por una serie de factores producidos a lo largo de la historia han repercutido decisivamente, no sólo a sus funciones, sino también sobre otros agentes: la escuela entre ellos encargados del proceso educativo de los niños y niñas.
Los centros educativos, fueron creados para favorecer el desarrollo de los niños(as) y servir de apoyo y ayuda a las familias en su gran cometido, educar a sus hijos(as). Por ende, ambos agentes educativos, tienen en común y en sus manos un mismo objetivo, educar y formar a ciudadanos.
Ha hablado ya de ello. Desde su experiencia, ¿ha observado en la región que domina un cambio de comportamiento entre los más jóvenes tras la pandemia del coronavirus? Algunos estudios hablan de más casos de depresión, por ejemplo…
Estrés, como respuesta se refiere a las manifestaciones fisiológicas, emocionales o conductuales que este desarrolla ante los estresores. El estrés como relación acontecimiento-reacción se considera como “una relación particular entre el individuo y el entorno que es evaluado por este como amenazante y pone en peligro su bienestar”.
El factor protector por excelencia de los infantes y adolescentes es la familia con la presencia de adultos responsables y estables que puedan ofrecer el apoyo necesario, establecer rutinas y hábitos saludables, y promover la resiliencia.
¿Cuál sería, a su juicio, el centro educativo ideal, sus principales características, su modelo primordial?
El centro educativo ideal es aquel donde se aprenden valores, como el respeto por los demás, el cariño, la buena educación, la disciplina, la compasión, la empatía, el compañerismo, la igualdad, la tolerancia y, sobre todo, la inclusión.
El centro educativo ideal es un centro donde se da la bienvenida a todos los niños y donde se aprecian y potencian las diferencias de cada uno. Un colegio con profesores motivados que enseñan a cada alumno según sus necesidades y características, logrando que alcance su máximo potencial. Un centro educativo perfecto, prepara a sus estudiantes para la vida, se motiva a aprender, más allá de estudiar, y se enseñan habilidades, además de conocimientos, como el espíritu crítico, la libertad de pensamiento, la educación emocional.
El centro educativo ideal es aquel donde los alumnos se ayudan entre sí y se respetan. Es el lugar donde existe una buena comunicación entre padres, educadores y el propio centro. Es un centro donde existe más presencia de las nuevas tecnologías. Es aquel donde el profesor es un mediador, con aprendizajes más prácticos y centrados en el alumno y donde prima la pasión de aprender por aprender. El aprendizaje es bidireccional y alumnos y profesores aprenden unos de otros. Es también una comunidad humana que evangeliza dese la identidad propia con calidad educativa en bien de la sociedad.
Fuente: Éxito Educativo.
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