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Bogotá, Colombia - América

Cuatro principios para reconstruir el pacto educativo global

Cuatro principios para reconstruir el pacto educativo global

Oscar A. Pérez Sayago

La reconstrucción del Pacto Educativo Global nos invita a trabajar en las escuelas, cuatro principios fundamentales:

El primero, la responsabilidad compartida por todos. En lugar de actos aislados, hay una actitud que como principio generador debemos alimentar ante el otro: la responsabilidad. El otro se presenta como una propuesta que pide una respuesta. De la relación entre propuesta y respuesta nace la responsabilidad. Somos responsables del tipo de relación que establecemos con el otro: de acogido en lugar de rechazo, de convivencia en lugar de exclusión, de alianza en lugar de enemistad, de amor en lugar de odio. La responsabilidad hace que nos demos cuenta de que tenemos el mismo destino y que por eso debemos construir un futuro bueno para todos.

El segundo, la solidaridad y la cooperación. La solidaridad está inscrita objetivamente en la maqueta de construcción de todos los seres, pues todos somos interdependientes. Fue la solidaridad la que permitió el salto de la animalidad a la humanidad y la creación de las comunidades y sociedades que son expresión del ser humano hablante. Nuestra misión es cuidar a los seres, ser los guardianes del patrimonio natural y cultural común, haciendo que la Casa Común siga siendo un bien de toda forma de vida.

El tercero, la compasión.  Tanto la Casa Común y el otro pueden sufrir daños. Hay mucho sufrimiento en la sociedad y en la naturaleza. La compasión nos enseña cómo debe ser nuestra relación con la naturaleza y la Madre Tierra: primero, respetándolas en su alteridad, después, amándolas para hacer nuestros sus padecimientos y cuidar de ellas.  La compasión también es compartir la pasión del otro e implica dos actitudes; el desapego y el cuidado de todas las cosas.

El cuarto y último, el respeto. Cada persona es única en el mundo, posee valor en si misma y, para las personas religiosas, el otro es la mayor expresión del Creador. El otro debe ser respetado en su existencia y en su conciencia. El respeto no se aplica solamente al otro humano sino también al otro de la naturaleza, a la Tierra, a los animales e incluso a los seres inertes. Todos tienen derecho a existir y a convivir con nosotros.

Si estos cuatro principios se incorporarán a nuestros procesos educativos desde la más tierna infancia y se convirtiera en un dato cultura colectivo, qué diferente sería la faz de la Tierra.

 

 

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