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HNO. ABDÓN CAMACHO (CIEC): “CUANDO IGNORAMOS EL ELEMENTO ÉTNICO ESTAMOS DANDO UN GOLPE MORTAL A LA EDUCACIÓN”

ABDÓN CAMACHO

Por: Víctor Núñez – Éxito Educativo.

Profesional de la educación y apasionado del sector social, el Hno. Abdón Camacho,  encargado de Educación de la Congregación de los Hermanos de Las Escuelas Cristianas (Hermanos De La Salle) Centroamérica- Panamá y vicepresidente del Consejo de CIEC, ha tenido diferentes funciones dentro de este ámbito desde el trabajo de campo como educador en todos los niveles de educación, la formación de profesores, la coordinación de proyectos educativos, así como ocupando diferentes cargos de gran responsabilidad dentro de la educación en Centroamérica, donde este costaricense que ahora vive y trabaja en Guatemala ha desempeñado coordinaciones académicas, asesoría pedagógica, dirección y administración de centros educativos, pero sobre todo ha demostrado su compromiso por la educación de los que más lo necesitan.

En esta entrevista concedida a ÉXITO EDUCATIVO, repasa la claves de la idiosincrasia de la escuela católica en Centroamérica, así como los retos y las dificultades a las que se enfrenta.

 

¿Cómo está siendo su experiencia desde el cargo? ¿A qué retos se ha enfrentado?

Ha sido una experiencia significativa, porque aunque yo ya tenía una experiencia y visión de los países centroamericanos, estando dentro del cargo, el contacto se vuelve más directo y te permea en una visita. Yo he tenido la ventaja de haber trabajado en varios de los países centroamericanos y eso me ha dado una visión y un conocimiento amplio. Los encargados de educación en provincias o distritos, que tenemos presencia en diferentes países, como es mi caso, tenemos diversas legislaciones, hay también diferentes reglamentos de trabajo, de tributación… Sin embargo, yo creo que la misión es la misma y tiene que darse de la “interculturalidad”.

Hay países que son multiculturales y “polilingüistas”, como Guatemala, que tiene 22 etnias, por lo que trabajar con una población en la que el 64% son etnias implica meterse en una cosmovisión distinta, implica meterse en esta realidad y en esta forma de ver distinto a la persona, el universo, las relaciones… Y más allá del problema lingüístico, hay muchos choques a nivel cultural que hacen que la educación tenga que ser “situada”, y cuando hablo de situada no es en un lugar  geográfico, sino situada pedagógicamente: con una pedagogía concreta, una metodología concreta, una visión concreta. Además debe estar contextualizada y responder a las realidades propias de cada contexto. Y por último, tiene que ser diferenciada. Nosotros tenemos, por ejemplo, en Guatemala 10 obras, algunas de pago y otras “populares”, y con las pago se sustentan la obras “populares”. Ahí nos damos cuenta de que, en un pequeño espacio geográfico como es Guatemala, la diversidad de visiones que se tienen y las necesidades, que son propias del lugar, nos ofrecen tenemos realidades muy distintas, por poner un ejemplo. Y cada realidad implica una forma de hacer educación.

El problema que tenemos nosotros, es que a veces los Gobiernos nos meten, como yo digo, en un guante, igual para todos, entonces, entras o no entras. Y ha sido difícil esa comprensión de que la educación tiene que ser diferenciada, contextualizada y tener una base pedagógica que la sitúe y la concrete porque si no estaremos a como una veleta, a merced de las corrientes.

 

¿Cómo se afronta desde una perspectiva educativa una realidad intercultural tan compleja pero a la vez tan rica como la que viven en Centroamérica?

Claro… en Honduras tenemos el elemento afrogarífuna y Nicaragua con la miskitia y el elemento afro. O Costa Rica que, aunque poco reconocido y bastante ignorado, tiene también la población indígena, con una riqueza cultural increíble, no material, como lo fue en Guatemala con los tejidos, sino una cultura oral que se transmite de una generación a otra en conceptos, en la forma de pensar, en la forma de visualizar el mundo y yo llego a mi clase con el librito de tal editorial hecho en Colombia o hecho en México o hecho en España y entonces tiene una narración y toda la estructura de pensamiento que es de otro lugar.

Uno de los retos fundamentales de la educación en América Latina es atender la diversidad cultural y atender a las necesidades concretas. Cualquier identidad nacional se construye desde las identidades propias de cada pueblo. La confrontación en Guatemala surge precisamente de una discriminación del pueblo indígena, de estar el pueblo totalmente ignorado, relegado, desechado. Tras los acuerdos de paz del año 95 ya se empieza a hablar de los indígenas, ya se empieza a hablar de lenguas mayas, ya no como lengua sino como idiomas, porque tienen un alfabeto estructurado. Pero de repente, los acuerdos de paz desaparecen y vuelve el proceso de marginalización de la población indígena, que había recobrado espacios y se les niega la participación, se les niega el reconocimiento y se está viviendo un nuevo movimiento excluyente de la cultura indígena. Cuando nosotros ignoramos el elemento étnico cultural en la educación estamos dando un golpe mortal a la educación porque la persona que llega con una cosmovisión, aprenderá formas, entenderá conceptos, tal vez, pero nunca, nunca se va a sentir incluido.

 

¿Y cómo encaja ahí la misión pastoral y la labor de la escuela católica que tiene siglos de historia como educadores en Latinoamérica según el pacto global del que nos habla el Papa?

Hay una norma moral básica: todo aquello que atente a la dignidad de la persona, es inmoral. Cuando nosotros encontramos una educación que pone en el centro a la persona, estamos contribuyendo precisamente a su dignidad. Solo con asegurar que la persona esté en el centro del hecho educativo, estamos trayendo con la persona todo su legado cultural, toda su experiencia de vida, toda la trascendencia de generaciones… Porque cuando usted encuentra a un indígena con una vestimenta, la cual ya habla de una historia, transmite una historia en sí misma, no es simplemente un capricho, no es simplemente un algo folklórico, no es un elemento turístico. Los misioneros que llegaron aquí nos dieron lecciones importantes, con la imaginería se acercaron, con los famosos cristos negros, las vírgenes negras se acercaban a la gente como un medio, más allá del idioma, con el que la gente pudiera entender el mensaje que se le transmitía, pero ahora ya no con un afán colonizador sino con un interés integrador.

Nuestro fundador tiene dos palabras que son esenciales para mí, una es el concepto de la salvación, no a nivel de espíritu, sino de la salvación de la persona, y la escuela católica tiene ese compromiso, es una salvación integral. La escuela ha evangelizado, pero podemos decir que el gran aporte que ha hecho la Escuela católica, sobre todo sobre todo en las áreas más vulnerables, es llevar esa salvación integral al romper la barrera, la brecha generacional entre clases, al darles a todos la posibilidad de tener la misma educación que tienen otros pagando.

Por otra parte, es una escuela que se encarna, siguiendo el concepto de la Encarnación a nivel católico, el de un Dios que se hace uno entre los demás. La escuela tiene que encarnarse en la realidad, lo que implica todo un proceso de abandono de una condición para asumir otro u otra condición muy distinta. ¿Cuál es esa condición? La de entender, meterse en la piel de la cultura a la que está llegando. Para responder a esto la escuela está llamada a impresionarse. Nuestro fundador, impresionado por la situación de abandono de los niños y de los jóvenes, funda la escuela, surge de una necesidad que no es solo de una evangelización para una religión, sino una necesidad de una salvación integral de la persona. Aquí hay dos cosas importantes: la figura del docente. El docente que llega a la escuela católica con una formación es muy, muy específica una formación, que muchas veces es hasta teórica. ¿Qué hace la escuela católica? Le descubre al educador su vocación, y dice le  esto no es un trabajo es una vocación. ¿Y cuándo llega al punto de reconocer la vocación? Le dice, esto no es una vocación, esto es un ministerio eclesial.

 

¿Y esto tanto en docentes religiosos como en seglares?

Exactamente. Cuando el profesor se abre y dice que, independientemente “de mi religión, la vocación de la educación me ayuda a ejercer, a llevar mi compromiso bautismal, mi misión de servicio es esta la de formar, la de llegar a los otros”. Pero también le complementan otros elementos: el reconocimiento de la persona, del alumno; le descubre la Comunidad; le descubre otros valores; le abre a la trascendencia. Y eso es esencial para la misma formación.

 

¿Cómo se consigue que el profesor seglar viva y compartan esa vivencia y esa vocación, que se convierte en una misión?

Nosotros le llamamos el proceso de asociación. Parte de un trabajo de formación en la identidad propia de la escuela y en la espiritualidad. La gran carencia del mundo de hoy, es la carencia de lo trascendente y la carencia del sentido. Cuando se trabaja en la identidad de la Escuela católica llámese espiritualidad jesuítica, de la escuela francesa, espiritualidad franciscana teresiana, cualquiera, esta persona entra en un proceso integral en el que, sin forzarla a creer, le lleva un proceso interno de reflexión que desemboca en otra forma de hacer educación.

Nosotros como congregación hemos disminuido pero hemos aumentado en el número de personas que trabajan con nosotros y, muchas de estas personas, han logrado conectar precisamente con esa identidad propia de la escuela. Cuando esta persona conecta con la identidad propia de la escuela, no hace falta que haya religiosos y no estoy diciendo que seamos una especie en vía de extinción, sino que no hace falta que haya la presencia liderando de un religioso porque ya la persona en sí se ha impregnado en un proceso de tomar conciencia.

 

¿Como congregación cuál es su radio de acción en la región?

Nosotros tenemos 27 obras y dos universidades en Centroamérica como La Salle. Las escuelas católicas se afilian a la Asociación Nacional de Escuelas Católicas y éstas, a su vez, a la CIEC. Además, cada iglesia local tiene también sus propias secretarías de educación, que están también, por lo general, en bastante comunión con las asociaciones. Parece como un trabajo doble, pero la característica de las asociaciones es asegurar que las escuelas católicas sobrevivan, porque estamos desapareciendo. ¿Por qué? Por falta de financiación. La pandemia nos golpeó fuerte, muchas congregaciones no sobrevivieron y no pudieron mantener las escuelas. Y si a esto sumamos que las ONG internacionales consideran que la educación es una responsabilidad local, conseguir fondos para educación es cada vez más difícil. En algunos países se ha tenido que acudir al rescate de las escuelas. Si nosotros no llegamos a un esquema parecido o semejante al que tiene España con las escuelas concertadas y que tiene también Colombia, con un estilo de escuela concertada, Chile, Argentina… será muy difícil para algunas congregaciones poder sobrevivir.

 

¿Cuántas escuelas han llegado a cerrar en su región?

Esos son datos que manejan las asociaciones locales. Algunas congregaciones ya no pueden responder a lo que se les pide. Por otro lado, algunas escuelas pasan al Estado y al pasar al Estado, entran en el conjunto y,  al entrar en el conjunto, entran en el guante del que hablábamos antes. Y ese es el problema. Al final dependen de lo que imponga cada política educativa de cada nuevo gobierno.  Y la escuela se convierte en una fiesta de disfraces. Lo importante para la Iglesia Católica es que el Papa ya empezó a hablar de un pacto educativo global, ha hecho mención de la escuela, mención que era una necesidad que tenía la Iglesia porque ni siquiera aparecía en los textos de Iglesia sobre educación. El pacto educativo global nos pone en el centro, nos pone el foco y eso nos va a exigir mucho para responder. Yo creo que es un gran momento para la escuela.

 

¿Y ahora mismo cuáles serían las prioridades como organización en el área de formación?

Esta región tiene que enfocarse en la formación docente. Nos llegó la tecnología, pero más allá de la tecnología, tenemos que hablar de la mediación pedagógica. Porque muchas escuelas que tenían los recursos incorporaron tecnología pero no hicieron lo mismo con la mediación docente. Y entonces nos encontramos con centros que tenían toda la conectividad, el equipamiento, la tecnología al alcance… pero ¿y el docente? No sabía más allá, en algunos casos, de bajar un video. La formación docente es fundamental y debe ser el gran reto que todos tenemos.

En la pandemia, CIEC, como organización, dio una gran respuesta y es lo que tiene que hacer la organización católica local, no esperar que el Gobierno nos dé todo porque, a fin de cuentas, nosotros no siempre vamos por la línea ideológica del Gobierno. Lo que nosotros tenemos que hacer es aprovechar la estructura y establecer un trabajo de redes importante que nos vincule como escuela católica y nos vincule como Iglesia. Si nosotros establecemos un trabajo de red a nivel de Escuelas Católicas, el problema de uno será solucionado por el potencial del otro. En esta vinculación de red puede asegurarse que la Escuela católica, sobre todo aquella que no tiene los medios, pueda seguir formando a sus docentes. Porque la clave precisamente de la educación es la formación del docente. Si el docente está bien formado, tendremos buenos ciudadanos y buenos alumnos. Y buenos resultados.

 

¿Cómo ven el pertenecer a una red como La Salle que tiene una también fuerte implantación en Europa? ¿Cómo se puede estrechar esos vínculos y ese flujo de intercambio de ideas?

Yo creo que hay dos claves importantes y es el sentido de lo fraterno. El problema de Europa, y con el perdón, es que este ha llegado a América y a África como colonizador y la visión colonizadora hace imposible el trabajo de red. Cuando nos liberemos de la visión colonizadora y yo sepa que tú tienes algo que me puede aportar algo a mí y que yo tengo algo que te puede aportar a ti, nos enriqueceremos. Es como hacer injertos, qué puedo aprovechar de esto, qué puedo aprender, qué hay que me puede aportar. Cuando un joven de América Latina habla con un joven de Europa o con un joven de la India, habla con otro de Europa o con uno de América Latina, sin que necesariamente sean conversaciones con un contenido académico, son diálogos enriquecedores porque se transmite una experiencia, se transmite una visión del mundo que  no tenían, unas vivencias y unos conceptos que quizás el joven los pudo haber leído en un texto, pero que al experimentarlo con la persona es distinta. Cuando nos vemos forzados, por seriedad académica, a citar autores europeos estamos desconociendo que también tenemos una riqueza y un aporte que hacer. Y que no es menos válido éste ni más válido el otro, sino que al unirlos nos enriquecemos. La experiencia nuestra en ese sentido ha sido esa, el trabajo en red que se ha establecido, el trabajo de colaboración, la experiencia, los voluntariados… han hecho que se validen culturas, que aprendamos a vivir y a ver la otra cultura no con temor, sino con un cercanía y en sentido de hermandad.

 

¿Cómo cree que sería el centro educativo ideal?

El centro educativo es ideal, es aquel donde el alumno se siente parte y donde es capaz de liderar procesos y aprender liderando procesos. También es un centro en donde se tiene la experiencia de la Comunidad y una experiencia que tiene que socializar desde lo fraterno, desde la experiencia de encontrarme con el otro, como hermano.

Otra de las características de la escuela es que transforma, que es dinámica, que no se estanca. El dinamismo, la renovación, la innovación y tiene que ser una escuela que investiga. Creo que la escuela tiene que ser un espacio de crecimiento integral.

 

Fuente: Éxito Educativo.

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