Por: Paulette Delgado – Observatorio TEC.
El pasado 23 de julio de 2022, el Banco Mundial, en colaboración con la UNESCO, elaboraron una investigación titulada Dos años después: salvando a una generación, en donde hacen “un llamado urgente a la acción para mitigar la crisis de aprendizaje tras la COVID-19”. En este informe hablan de cómo la región ya estaba atravesando una crisis de aprendizaje desde antes de la pandemia, pero se agravó desde entonces.
Según el informe, uno de cada cinco estudiantes de sexto grado en América Latina y el Caribe (ALC) “no alcanza el nivel mínimo de comprensión lectora”; se estima que podrían haber retrocedido más de 10 años en este rubro. Los estudiantes de ALC vivieron algunos de los cierres de escuelas más largos del mundo, lo que hizo que la crisis de aprendizaje ya existente empeorara.
El vicepresidente del Banco Mundial para América Latina y el Caribe, Carlos Felipe Jaramillo, dijo a UNICEF que “América Latina y el Caribe enfrenta una crisis educativa sin precedentes que podría comprometer el desarrollo futuro de nuestros países. El hecho de que una gran mayoría de los alumnos de sexto grado tal vez no logre comprender lo que leen pone un signo de interrogación sobre el bienestar futuro de millones de niños que aún no desarrollaron competencias fundamentales críticas, algo que eleva el riesgo de profundizar aún más las desigualdades de larga data en la región”.
Para complementar este comentario, Jean Gough, Directora Regional de UNICEF para América Latina y el Caribe, mencionó que “América Latina y el Caribe ya perdió más de diez años de avances en términos de aprendizaje a causa de los dos años de cierre de escuelas por COVID-19. Y esta catástrofe educativa sigue en marcha, día tras día”.
Además, agrega que “si bien la mayoría de las escuelas de la región ha reabierto, vemos que demasiados niños no han podido regresar a la escuela a tiempo completo, y muchos de los que han regresado están perdidos. En ambos casos no están aprendiendo. Cerrar los ojos ante la crisis educativa más severa jamás enfrentada por la región perjudicará a los jóvenes de hoy y a todos nosotros a largo plazo”.
En otro informe publicado el mismo día, 23 de julio de 2022, titulado Situación de la pobreza de aprendizaje a nivel mundial: actualización 2022, se demuestra que esta crisis educativa en ALC coloca a la región en el segundo peor lugar en el mundo, debajo de África Subsahariana. Pero es la región que muestra el aumento más pronunciado en ese informe desde el 2019.
Alrededor de 17 millones de niñas, niños y adolescentes se vieron privados de educación presencial por aproximadamente 1 de cada 2 días efectivos de clase a la fecha, según el informe. Esto los pone en riesgo de abandonar los estudios por rezago académico. El reporte menciona que los niveles de lectura, de escritura y matemáticas del nivel primario “caerían a niveles similares a los de hace más de diez años, en un contexto en el que las mejoras ya eran de por sí muy lentas”.
Con el propósito de garantizar la continuidad del servicio educativo, los gobiernos de ALC combinaron distintas estrategias de aprendizaje a distancia durante el cierre de escuelas durante la pandemia. La mayoría optaron por desarrollar plataformas en línea, después de este método, el más común fue la televisión. También utilizaron la radio, redes sociales, mensajes de texto o materiales impresos.
A pesar de este esfuerzo, existen muchas limitaciones en la región que afectaron la efectividad de la enseñanza remota, como la brecha de la conectividad, el acceso limitado a dispositivos, la falta de preparación de los docentes para educar a distancia, lo complicado que es implementar diferentes estrategias de aprendizaje y las distintas limitaciones institucionales.
Debido a que ha pasado muy poco tiempo desde que terminó la pandemia, hay muy poca evidencia disponible sobre el impacto que tuvo; aún así, se sabe que la asistencia escolar sufrió un gran impacto. Antes de la llegada del COVID-19, la población no escolarizada (PNE) estaba disminuyendo, para finales del 2021 tuvo un pequeño aumento, sin embargo, es una área que se tiene que tener en la mira de manera continua. Temas como la lenta recuperación económica, la afectación a la salud mental y la pérdida de aprendizaje pueden aumentar ese número.
La realidad es que incluso desde antes del cierre de las escuelas, la región de ALC ya estaba atravesando por una crisis de aprendizaje. Según resultados del Estudio Regional Comparativo y Explicativo (ERCE) del 2019, el estudiante promedio de la región ya presentaba problemas en lectoescritura y competencias aritméticas. La mitad de los alumnos y alumnas de tercer grado, por ejemplo, ya estaban por debajo del nivel requerido en matemáticas y en lenguaje. Es decir, en tres años el 69 % de los estudiantes estaría debajo de la media en lectura, y un 83 % en matemáticas.
En el reporte del Banco Mundial y la UNICEF hicieron simulaciones con datos sobre la duración de cierre de las aulas hasta la fecha y pronostican grandes pérdidas de aprendizaje para la región, algo recientemente confirmado por la evidencia. Las estimaciones actualizadas usando diferentes supuestos sobre la extensión del cierre parcial y la efectividad de la educación a distancia muestran una pérdida de entre 1 y 1.8 años de escolaridad ajustados por aprendizaje, con una pérdida de 1.5 en un escenario intermedio. Además de pérdidas de aprendizaje, esto también representa una disminución significativa de ingresos de toda la vida y de productividad de cerca de un 12 %.
En la publicación realizaron distintos escenarios como en los puntajes medios en el ERCE, el cual se prevé que desciendan cerca de 45 puntos (o un 6.5 %) en grados y materias. Estos posibles resultados se compararon con los puntajes de matemáticas y lectura con los del 2013 y se llegó a la conclusión de que los niveles serían similares, es decir, se calcula una pérdida de aprendizaje de más de 10 años.
Ambas instituciones advierten que “se espera que la proporción de alumnos de tercer y sexto grado que no pueden comprender e interpretar adecuadamente un texto de longitud moderada haya aumentado, en promedio, del 37 al 50 % y del 62 al 82 %, respectivamente. Asimismo, el aumento en la pobreza de aprendizaje es la más alta del mundo”. Se calcula que la pobreza de aprendizaje ha crecido del 52 % al 79 % en el 2022 debido a la pandemia.
Los datos son escasos, aun así, se estima que en los grados más bajos, las niñas y niños pequeños que se encuentran en condiciones socioeconómicas más bajas se han visto especialmente afectados desproporcionadamente por las pérdidas de aprendizaje, lo que crearía una mayor inequidad. Los datos de México muestran una de las caídas más pronunciadas para estudiantes de niveles socioeconómicos bajos, con pérdidas del 32 % en matemáticas, en comparación con el 25 % para aquellos de mayores ingresos.
En el reporte, el Grupo Banco Mundial (GBM), el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) y la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) que, en alianza con el Diálogo Interamericano (DIA), hacen un llamado hacia acciones urgentes y sostenidas, ya que “toda una generación puede sufrir consecuencias profundas y duraderas sobre su acumulación de capital humano. La principal recomendación es clara: la recuperación debe enfocarse en dos estrategias principales: regresar a la escolaridad y recuperarse de las pérdidas de aprendizaje”.
Se debe garantizar que los estudiantes aprendan y recuperen las pérdidas de aprendizaje una vez que regresaron a las escuelas, y tomar medidas para compensar esas pérdidas y acelerar su recuperación. Para lograrlo, los educadores deben enfocarse no solo en el aspecto de las materias, sino también en los desafíos psicosociales y las brechas digitales.
El GBM, IAD, UNESCO y UNICEF proponen cuatro compromisos para la recuperación del aprendizaje:
- Un compromiso con la escolaridad – para garantizar que ningún estudiante se quede atrás o abandone los estudios.
- Un compromiso con el aprendizaje y el bienestar– para dar prioridad a las habilidades básicas y fomentar niveles adecuados de formación de capital humano a lo largo del proceso.
- Un compromiso con los docentes– para garantizar que los profesores y profesoras sean valorados y apoyados en todo momento.
- Un compromiso con la promoción y la financiación– en la medida en que la agenda de recuperación de la educación es una responsabilidad de todos y necesita recursos suficientes, y sabiamente utilizados, para su implementación.
La reapertura de las escuelas no es suficiente para garantizar la recuperación del aprendizaje perdido, se necesitan esfuerzos para garantizar la asistencia de los estudiantes y prevenir desconexiones actuales y futuras con la escolaridad. Los países deben aprovechar las prácticas y programas que ya tienen, mejorarlos y ampliarlos para crear mejores lecciones; utilizar los esfuerzos que realizaron durante la pandemia, enfocarse en crear planes de estudios que promuevan competencias fundamentales y transferibles, y muy importante, cómo medirlas.
El COVID-19 fue una oportunidad para darle prioridad a esas competencias y buscar la manera de aumentarlas para que los estudiantes las lleven con ellos y ellas durante toda su vida. El reporte indica que: “se deben repriorizar de manera urgente las evaluaciones del aprendizaje, centrándose en las evaluaciones formativas. Tienen que reforzarse con urgencia las iniciativas de evaluación complementaria en todas partes para diagnosticar los niveles reales de los estudiantes, incluidas las pérdidas recientes”. Tampoco se deben olvidar las evaluaciones estandarizadas, pero se necesita medir también no solo competencias fundamentales y transferibles, sino también evaluaciones diagnósticas sobre la salud psicosocial y el bienestar, y diseñar estrategias para saber cómo abordar los resultados.
Está de más decir que para que realmente la región mejore y los estudiantes se recuperen de la pérdida de aprendizaje, es necesario apoyar a los docentes durante todo este esfuerzo de recuperación. Además de ampliar las evaluaciones y generar programas, se requiere un número suficiente de educadores y apoyar su desarrollo profesional, empezando por reforzar sus habilidades digitales para que mejoren el uso de las tecnologías y saber cómo apoyar las necesidades psicosociales de los estudiantes.
Cerca de 170 millones de estudiantes de la región ALC están en riesgo de sufrir grandes implicaciones económicas y sociales debido a la crisis de la pérdida de aprendizaje. Se estima que aquellos de 6 a 14 años fueron los más afectados, pero todos están en riesgo de borrar décadas de mejora. Esto solo es la punta del iceberg, falta ver cómo progresan los alumnos y alumnas los próximos años y ver qué nueva información va saliendo.
Hasta el momento, las simulaciones muestran “un gran aumento de la proporción de alumnos de tercero y sexto grado que no son capaces de comprender e interpretar adecuadamente un texto de extensión moderada”, sin embargo, esto no se ha traducido en un compromiso y una respuesta eficaz en la región.
La recuperación y aceleración del aprendizaje debe ser la prioridad; se deben crear estrategias y acciones que consideren las desigualdades de la región y apoyar lo propuesto. El reporte concluye que “el objetivo es sencillo: hay que evitar que el choque exógeno sufrido por los 170 millones de estudiantes de la región ALC que han experimentado una verdadera confusión educativa acabe convirtiéndose en una tragedia educativa con una desventaja de por vida del capital humano”.
Fuente: Institute for the Future of Education – Observatorio TEC.
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