El vínculo del apego se va creando poco a poco y desde del nacimiento. En estos primeros momentos el simple cuidado y las rutinas (baño, alimentación, caricias…) favorecen que el bebé reconozca a sus cuidadores como tal y que empiece a hacerse a la idea de que están ahí para él.
Como ya adelantamos en el artículo LA IMPORTANCIA DEL APEGO, el apego se puede desarrollar a través de multitud de acciones pero son precisas algunas características para que el vínculo sea seguro. Veamos cada una de ellas:
El afecto sin duda es uno de los elementos esenciales para generar apego seguro. No te olvides de expresarlo mediante el contacto físico (abrazos, besos, cosquillas…) y el tiempo de calidad (jugar, leer cuentos, darle de comer, cambiar el pañal, conversaciones…)
2.- RESPONDER CONGRUENTEMENTE ¿Recuerdas la metáfora de la naranja? Lo que nos decía es que para que haya apego seguro es importante que si tu hijo necesita una naranja, le des una naranja. Ni más ni menos. Ser congruente es que nuestro comportamiento sea proporcional a las necesidades de nuestro hijo. No obstante, te recordamos que no hay que confundir esto con la sobreprotección excesiva ni con un estilo educacional demasiado permisivo. Tu criterio como padre te permite distinguir lo que son necesidades de lo que son caprichos. Es decir, tu hijo puede creer necesitar más juguetes, grandes experiencias como un viaje a Disneyland o incluso puede creer necesitar menos responsabilidades pero todo esto tiene que pasar por el filtro de tu criterio. Los padres también tenemos necesidades (dormir, descansar, pasar tiempo en pareja, tiempo libre…) que debemos escuchar y respetar. También debemos prestar atención a las cosas que son más difíciles de percibir como las emociones. Sin duda para responder congruentemente, la empatía y la sensibilidad serán necesarias. Es importante que los padres pongan palabras a los sentimientos de los hijos para que ellos los reconozcan y sentirlos. Por ejemplo: Si tu hijo se acerca llorando puedes preguntar: “¿Qué sientes enfado o estás triste?” De esta manera tú entenderás mejor lo que le pasa y tu hijo empezará a reconocer sus emociones e irá aprendiendo a gestionarlas. Por otro lado, no olvides decir palabras que validen las emociones de tus hijos ya que también les ayuda a gestionar sus emociones y les proporciona mucha seguridad. Por ejemplo: “Veo que estás enfadado porque no te sale el dibujo”, “Entiendo que te enfades porque llevas un rato intentándolo”
3.- EDUCAR DESDE LA CALMA Es importante prestar atención a nuestras propias emociones. En ocasiones necesitaremos tomarnos una pausa y parar antes de atender a nuestro hijo. Los niños y adolescentes pueden verse desbordados por sus propios sentimientos, preocupaciones y circunstancias. Si cuando nos piden ayuda respondemos con ansiedad y angustia, no sólo no estaremos ayudándoles sino que puede empeorar la situación. Transmitir calma y tranquilidad cuando están nerviosos les hace sentir seguros y protegidos. Recuerda que para ayudar a tu hijo tienes que estar bien.
Estar presente en lo cotidiano es lo esencial pero si te cuesta conseguirlo o necesitas algunas ideas te animamos a que leas estos contenidos que hemos creados:
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Si quieres evitar que las pantallas te roben el tiempo con tus hijos: https://www.educamosenfamilia.com/post/padres-y-pantallas-est%C3%A1s-haciendo-un-buen-uso-de-ellas y https://www.educamosenfamilia.com/post/el-uso-que-haces-del-m%C3%B3vil-puede-afectar-a-la-relaci%C3%B3n-con-tus-hijos
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Cómo comunicarte con tus hijos de forma eficaz: https://www.educamosenfamilia.com/educarenfamilia/tags/comunicaci%C3%B3n-1 y https://www.educamosenfamilia.com/post/aprende-a-comunicarte-con-tu-hijo-adolescente
7.- CONFIABILIDAD Para que el vínculo entre vosotros sea sólido y fuerte es importante la confianza. Los hijos aprenden a confiar en los padres cuando están presentes pero también cuando cumplen con su palabra. Es decir, si te has comprometido a leerle un cuento esa noche, debes hacerlo. Los hijos necesitan saber que lo que les digas ya sean cosas grandes o pequeñas, agradables o desagradables las harás y que si no las haces, es por alguna razón. De todos modos, recuerda que la flexibilidad en la educación y la crianza son importantes. En la vida ocurren imprevistos de todo tipo y tu hijo tiene que aprender a aceptar esa realidad. La comunicación sincera es la clave. Por ejemplo: “Cariño sé que hablamos de ir hoy al parque pero estoy muy cansada y necesito quedarme en casa. ¿Qué te parece si vamos el sábado?