En el VII Encuentro de pastoral de CIEC celebrado en Panamá en junio de este año, tuvo lugar una mesa redonda en la que se abordó el tema “Cómo rescatar la sensibilidad ecológica y social de la escuela”.
Comenzamos presentando algunas claves para rescatar esta sensibilidad en nuestras escuelas.
- Tener claro los fines de la educación: la formación de la persona integral, ayudar a descubrir el sentido de la vida y la vocación personal, tener un espíritu crítico sobre cómo hacer una sociedad mejor, conocer las diferentes dimensiones de los saberes que nos dotan de capacidades y competencias, el saber hacer profesional.
- Educar la mirada, teniendo una mirada contemplativa de la realidad.
- Una educación transformadora, una educación que pretende transformar aprendiendo y aprender transformando.
- Practicar la pedagogía samaritana y de las Bienaventuranzas,
- Educar personas ecologistas desde la Laudato Sí,
- Educar la vida interior,
- Educar para el activismo social,
- Trabajar los principales problemas sociales tanto desde el área curricular como extracurricular: Las desigualdades internacionales, la destrucción medioambiental, los conflictos bélicos, la inmigración, el consumismo antiecológico, la intolerancia y la xenofobia…
Ya se están llevando a cabo experiencias concretas que son buenas prácticas sobre el desarrollo de esta sensibilidad en la escuela. Experiencias que tienen que ver con plantearse el objetivo anual orientado a trabajar la justicia, la paz, la integridad de la creación; desarrollar un programa de voluntariado con los alumnos mayores con contenidos teóricos y también dedicando su tiempo a servir a los demás; desarrollar un itinerario de formación en la educación para el encuentro, el bien común y el cuidado de la Tierra; la implementación de un currículo ecosocial, centrado en objetivos, contenidos método y evaluación dirigidos a la necesaria transición ecosocial; o experiencias del cuidado ecológico desde un huerto escolar.
Pero si hemos dicho que la educación siempre tiene un fin y que hay que tenerlo presente, acompañar, medir y evaluar cómo se consigue ese fin y qué impacto tiene es esencial.
Es esencial que incorporemos la cultura de la evaluación como una práctica constante. La evaluación es un instrumento al servicio y mejora de la misión, y del desarrollo de cada persona. Y para ello es bueno apoyarse en herramientas digitales que nos ayudan a realizar esta evaluación, como es el programa En Salida, de SM-PPC (www.ensalida.com), que ayuda a los centros y a las instituciones a realizar un diagnóstico en profundidad sobre la totalidad de los procesos que se realizan en una escuela, y, con un esfuerzo reducido, diseñar las actuaciones a implementar para mejorar la realidad de nuestras escuelas.
La evaluación debe dar voz a todos los miembros de la comunidad educativa -profesores, alumnos, familias, institución- y debe estar planteada desde el inicio de cualquier proyecto. Y plantearse no como el fin de algo, sino como un elemento fundamental de un progreso constante.
Fuente: SM.
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