por: Sebastián Sansón Ferrari – Ciudad del Vaticano
Francisco se encontró con unos 7000 chicos de la diócesis de Bari, en Italia, que se preparan para recibir el sacramento de la confirmación y les propuso buscarlo, conocerlo y decirle a todo el mundo lo bueno que es estar con Él.
El Aula Pablo VI se llenó este sábado 27 de enero por la mañana de unos 7200 muchachos de la diócesis de Bari, Italia, que recibirán el sacramento de la confirmación y se reunieron con el Papa Francisco. Llegaron a Roma tras un viaje nocturno en unos 150 autobuses, bajo el lema “Peregrinos de la esperanza”.
En su saludo, el Santo Padre les explicó que este sacramento confirma el don y los compromisos del bautismo y les hizo una pregunta: “¿Quién de ustedes conoce la fecha de su bautismo?”.
“Pocos, ¿eh?, pocos… ¿Quién se acuerda? Veamos… no sólo los niños, sino también los padres y los catequistas, ¡porque también ellos pueden haberla olvidado! Que levante la mano quien sepa la fecha de su Bautismo… Son pocos, ¿eh? Pero… sigamos tranquilamente…”, dijo.
“Y quien no la recuerde, o simplemente no la sepa, que se comprometa a buscarla, a preguntar a los padres, a los padrinos: ¿cuál fue el día de mi bautismo?, y que no la olvide nunca: es como un cumpleaños, una cosa muy bonita. Porque la fecha del bautismo debe celebrarse cada año como un segundo cumpleaños. Que les preparen también una tarta con velas: una tarta extra, ¡no está mal! Muy bien… ¡Sí, porque la fecha de un bautizo debería celebrarse cada año como un segundo cumpleaños! ¡Que te hagan también una tarta con velas! Una tarta extra: ¡no está mal!”.
Tras estas simpáticas palabras, el Pontífice aclaró que no las decía “en broma, sino porque la fecha de nuestro Bautismo es una fecha muy importante”. Y como ha dicho en otras ocasiones, recordó que “ese día nacimos a la vida cristiana, a la vida en Jesús, que dura para siempre, que es una vida eterna, ¡para siempre! Luego entramos en la gran familia de la Iglesia, y el Espíritu Santo vino a habitar en nosotros y no nos abandona nunca más; y finalmente recibimos la mayor herencia que existe: ¡el Paraíso!”.
Los invitó a pensar en el inmenso regalo que implica el bautismo. Y después les lanzó otra interrogante:
“¿Y qué pasa con la Confirmación? Ustedes que se están preparando, ¿qué pasa con la Confirmación? Lo que pasa es que todo esto se confirma, es decir, se hace más sólido, más fuerte. ¿Por quién? En primer lugar, por el Espíritu Santo, que nos renueva con sus dones; después, por la Iglesia, que nos confía la tarea de anunciar a Jesús y su Evangelio; y, finalmente, por nosotros mismos, que aceptamos esta misión como un compromiso personal, como protagonistas y no como espectadores”.
A este respecto, Francisco destacó el ejemplo de una persona como muchos de los chicos que se encontraron hoy con él: Carlo Acutis. “Por desgracia murió muy joven, en 2006, con sólo 15 años, pero en su vida hizo muchas cosas buenas en pocos años”, afirmó. “Sobre todo, era muy apasionado por Jesús; y como era muy bueno para moverse en internet, lo utilizó para servir al Evangelio, difundiendo su amor por la oración, el testimonio de la fe y la caridad hacia los demás”, comentó.
El Sucesor de Pedro les confió tres consejos importantes: oración, testimonio y caridad. “Y estas cosas, el niño Carlo las vivía con tanto empeño: pasaba mucho tiempo con Jesús, sobre todo en la Misa, a la que asistía todos los días, y rezaba ante el Sagrario, y luego anunciaba a todos, con palabras y con gestos de amor, que Dios nos ama y nos espera siempre”.
El Papa les pidió que escucharan bien y les insistió en que “Dios nos ama y nos espera siempre”, invitándolos a repetirlo todos a coro.
A partir del testimonio del beato Acutis, el Santo Padre recomendó a los jóvenes “hacer lo mismo”: “Vayan a Jesús, conózcanlo y luego digan a todo el mundo que es bueno estar con Él, porque Él nos ama y siempre nos está esperando”. Otra invitación que les dirigió: “Griten este mensaje a todo el mundo: no solo con palabras, sino sobre todo con gestos de amor: ayudando a los demás, especialmente a los más necesitados”.
Francisco les deseó un buen camino, junto con sus catequistas, padres y familiares, exhortándolos a ser testigos de lo bueno que es estar con Jesús y de lo mucho que nos ama. Y antes de impartirles la Bendición, rezaron todos juntos una oración a la Virgen “para que nos ayude a encontrar a Jesús”.