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Bogotá, Colombia - América

Educar para la Tolerancia Necesaria

Educar Para Tolerancia Necesaria

Oscar A. Pérez Sayago

Acoger con alegría las diferencias no es fácil. Hay dimensiones que nos son extrañas o que no logramos entender. Nos encontramos ante la virtud de la tolerancia,         que deja al otro ser lo que es en su vida, en sus costumbres, sus ideas y visión del mundo. El otro tiene derecho a la diferencia, y en los diferentes descubrimos perspectivas humanas que pueden enriquecernos y nos muestran que podemos ser humanos con muchas maneras de ser y de habitar la Casa Común.

Como en todas las cosas, también en la tolerancia existen límites. Todo aquello que en una cultura discrimina, degrada y ofende a los otros especialmente a los inocentes, no debe ser tolerado. De modo general, podemos decir que nadie tiene derecho a hacer sufrir injustificadamente al otro. Nadie puede pasar por encima de la Carta de los Derechos Humanos de 1948, que todos los países suscribieron como condición para ingresar en la Comunidad de Naciones que es la ONU. Nadie puede herir la dignidad de la Tierra como muy bien se expresa en la Carta de la Tierra y en la Encíclica Laudato Si con técnicas que impliquen grandes riesgos para el sistema-vida y para el equilibrio del planeta, pudiendo llevar incluso a la extinción de la especie humana. Tales actitudes o acciones son intolerables.

La sociedad debe aplicar leyes y normas que impongan límites, pues de lo contrario ella misma corre peligro de ser cómplice, de no mantenerse unida y, en el límite, de autodestruirse.

Hoy vivimos tiempos de gran intolerancia hacia las mujeres, los negros, los indígenas, los pobres, los extranjeros, los de otras religiones y los portadores de enfermedades socialmente discriminadas. Casi todas las religiones sufren la enfermedad de la intolerancia, que se muestra en la rigidez de las doctrinas, en la inflexibilidad de las normas morales y en la falta de diálogo ecuménico. A esta actitud. La llamamos fundamentalismo.

Si no cultivamos permanentemente la virtud de la tolerancia, podemos crear conflictos sin fin e incluso guerras, algunas tan letales que pueden acabar con miles de personas, como está ocurriendo en varias partes del mundo.

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