Oscar A. Pérez Sayago
Hoy en día se produce una considerable erosión de valores éticos que normalmente eran vividos y transmitidos por la familia y posteriormente por la escuela y por la sociedad. No obstante, esta oscuridad, es importante reconocer también el surgimiento de nuevos valores relacionados con la solidaridad internacional, el cuidado de la naturaleza, la transparencia de las relaciones sociales, y el rechazo de ciertas formas de violencia política represiva y de transgresión de los derechos humanos.
Pero no por ello, disminuye la crisis de valores. Por eso la escuela católica tiene un papel importante en la formación integral, trabajando la autorealización desde la infancia y desarrollando tres dimensiones importantes:
La primera es la dimensión de la sombra. Cada uno posee su lado autocentrado, egoísta y arrogante, así como otras limitaciones que no nos ennoblecen. Esta dimensión no es un defecto, sino una marca de nuestra condición humana, hecha de la unión de los contrarios. Acoger esta sombra, cuidar que sus efectos maléficos no afecten a los otros, nos hace humildes, comprensivos con las sombras ajenas, y nos permite tener una experiencia humana, más completa e integrada.
La segunda dimensión es la relación con los demás, abierta, sincera, transparente, y hecha de intercambios enriquecedores. Somos seres de relación. No hay autorealización alguna cortando los lazos con los demás.
La tercera dimensión es alimentar la espiritualidad. No se pretende con esto que una persona deba inscribirse en ninguna confesión religiosa. Puede muy bien ocurrir, pero no es imprescindible. Lo importante es abrirse al capital humano/espiritual que, al contrario del capital material, es ilimitado y está hecho de valores como la verdad, la justicia, la solidaridad y el amor. La espiritualidad no es monopolio de las religiones, aun cuando encuentre en ellas un vasto campo de realización. Hemos de verla como un dato antropológico presente en todos los seres humanos.
Es en esta dimensión donde surge la pregunta impostergable: ¿qué sentido tiene finalmente mi paso por este pequeño y espléndido planeta y el universo entero? ¿qué me cabe esperar?
La autorealización aportaría una tranquila serenidad y una serena tranquilidad y, por último, una felicidad íntima que nadie puede robarnos. Es adecuada al impulso interior que busca siempre lo infinito.