Hay niños que son muy activos y por sí mismos buscan siempre actividades físicas y movidas, entre las que está el deporte, y otros a los que hay que ‘empujar’ para que se ejerciten. Es una carrera a largo plazo, pues la adolescencia suele ser un punto de inflexión en el que muchos abandonan la práctica deportiva, lo que se ha visto sobre todo en chicas.
Cuando un niño comienza a practicar alguna actividad física, hay que tener en cuenta una serie de recomendaciones. En algunos casos es él mismo quien plantea que quiere probar con tal o cual deporte, quizá movido por sus propios intereses o por el efecto contagio si ha visto a cualquier otro amigo que lo practique. Pero en muchas otras ocasiones, son los padres los que proponen el deporte a probar.
En este sentido, el experto recomienda “ofrecer mucha variedad de opciones. No porque yo juegue al tenis, mi hijos tiene que jugar a lo mismo”, destaca. De este modo, presentándole varias propuestas, hay más probabilidades de alinearse con sus intereses reales.
A veces, a lo largo de su infancia, los chicos van cambiando y probando distintas opciones. E incluso, aunque hayan estado muy comprometidos con un equipo de un deporte concreto, al llegar a la adolescencia ya no se sienten tan motivados para continuar. Hay otras opciones de deporte individual que hay que explorar en ese caso. Lo importante es que continúe con actividad física.
Crear rutinas en el deporte elegido
Tal como comenta Joel Manuel Prieto, “la falta de persistencia es uno de los desafíos más comunes”, en este tema. Para que el menor se comprometa realmente con la práctica deportiva, se pueden seguir estas recomendaciones:
- Establecer metas alcanzables.
- Elegir actividades que sean afines a sus intereses.
- Crear rutinas.
- Fometar el contacto con el grupo social para que se sienta partícipe de una comunidad.
- Impulsar una práctica regular y planificada.
De este modo, es más probable que el deporte le llegue a ‘enganchar’ y lo practique durante un tiempo más prolongado. Por otra parte, no es recomendable que los padres obliguen a hacer deporte, “mejor motivar que obligar”, aconseja el experto, sobre todo insistiendo en la motivación interna para que el menor encuentre un sentido en la práctica deportiva.
La difícil gestión de la competencia para algunos niños
Los deportes en los que hay competencia suponen un reto para muchas personas, aunque a otras este aspecto le provoca más rechazo que acercamiento.
“Hay niños que sienten vergüenza en la competición porque no se ven con suficientes habilidades, no se sienten productivos y sufren la presión”, revela el especialista de la UNIR. Puede ser un motivo de peso para abandonar la práctica deportiva. Lo importante aquí es “equilibrar el disfrute con la competitividad”, señala.
Así, habría que crear un ambiente donde se priorice el disfrute y el crecimiento personal sobre todo. Y, además, hay que proporcionar oportunidades al niño o al adolescentes para que puedan disfrutar de un éxito gradual, reconociéndoles sus avances y mejoras en actividades específicas. Por ejemplo, en el caso del baloncesto, “¡cómo has mejorado en los tiros libres!”. De esta manera se aumenta su confianza y su motivación, ya que se le reconoce el esfuerzo y la habilidad en situaciones concretas.
¿Qué papel tienen los padres?
Los padres pueden jugar un papel muy importante en la motivación de sus hijos hacia el deporte. “Es importante que muestren interés genuino por la práctica deportiva de su hijo, no en la victoria concreta de un día, sino en algo a más largo plazo, es su progreso, en cómo avanza en el desarrollo de esa habilidad”, recalca el especialista.
El apoyo emocional de los padres y su implicación real juegan a favor también de que su hijo continúe en la práctica deportiva. “Cuando los padres se involucran como espectadores o como voluntarios en esas actividades, la motivación de sus hijos se incrementa”, revela.
Joel Manuel Prieto también recomienda evitar esteotipos de género en la práctica deportiva y facilitar la igualdad de oportunidades para todos los hijos.