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Bogotá, Colombia - América
¿Oyes o escuchas?

Por: Mariana Sofía Jiménez Nájera – Institute for the Future of Education.

“¡Escúchame con los ojos!” es una frase popular, y aunque pareciera que no tiene sentido alguno porque nuestros ojos realmente no escuchan, tiene un significado más profundo. Escuchar no solo es solo trabajo de nuestros oídos, sino de casi todos nuestros sentidos e incluso nuestro cerebro. La escucha activa es una habilidad de la comunicación requerida en nuestras relaciones personales, académicas y laborales, la cual nos impulsará a ser exitosos en cada una de ellas.

 

¿Es lo mismo oír que escuchar?

No es lo mismo oír que escuchar. Oír es algo biológico e involuntario, no necesitamos de nuestra conciencia para percibir nuestro entorno a través de nuestro sentido del oído. Por otro lado, la escucha es todo lo contrario, ya que ésta requiere más esfuerzos de nuestra parte al acaparar toda nuestra atención, pues además nuestra manera de ver el mundo también se ve involucrada para interpretar un mensaje correctamente.

Pongamos de ejemplo que en nuestra sala de estar toca tu cantante favorito. Se podría decir que hay dos maneras de percibir la música: la primera sería que te encuentres en tu sala y tengas invitados, por lo que decides poner la música de fondo, donde solo es decorativa y puedes distinguir la canción y cantar alguna que otra letra.

Por otro lado, la experiencia es distinta cuando realmente escuchas una canción. Al poner toda tu atención en ella puedes notar el ritmo, distinguir los instrumentos utilizados, notar la letra y al final comprender el mensaje completo de la canción, es ahí donde usualmente decimos “esta es una canción grandiosa”.

Estos dos ejemplos pueden aplicarse en conversaciones de la vida diaria, en donde muchas veces ponemos a los diálogos en segundo plano por diferentes motivos: querer hacer multitasking, no estar de humor (lo cual reduce nuestra capacidad de atención), no tener la apertura de escuchar opiniones diferentes o interrumpir constantemente a la otra persona por prejuicios o suponer rápidamente lo que dirá la otra persona.

La escucha activa es una habilidad que nos permite captar de manera consciente el mensaje completo de un emisor con la intención de comprender, retener y reflexionar lo que se quiere comunicar. Más allá de solamente escucharlos, implica conceder toda nuestra atención, a través del lenguaje corporal, la empatía y el contacto visual.

 

El héroe falso en la educación: la escucha pasiva

Anteriormente el modelo perfecto de un salón de clases era que el docente hablara ininterrumpidamente, en tanto que los estudiantes escucharan en silencio. Mientras que esta situación pudiera ser el paraíso para muchas maestras y maestros, la ausencia de ruido no es necesariamente una buena señal; puede haber estudiantes que parezcan que ponen atención y hasta asientan, pero la realidad es que es probable que muchos estén escuchando pasivamente y estén más ocupados dentro de su cabeza.

La escucha pasiva es el tipo de escucha unilateral en donde el receptor no hace ningún esfuerzo y es únicamente un espectador, el cual no reacciona ni comparte ideas con el emisor. Este tipo de escucha no es necesariamente mala, ya que es común en conferencias o conversaciones informales; pero puede ser una fuerte contrincante dentro del aula.

Sin embargo, hay algunas señales para identificar este tipo de escucha: la persona puede mostrar una actitud ignorante, no se involucra, ser selectivos en ciertas partes de lo que le comunica y no entender en su totalidad y se muestra distraído al final de la conversación. Enfrentar la escucha pasiva traerá numerosos beneficios tanto al maestro como al salón de clases, porque éste fomenta la confianza entre docente y estudiantes, incrementa la comprensión del aprendizaje y fomenta un ambiente positivo para todos en el aula.

Incentivar la participación, preguntar si se comprendió lo visto en clase y crear actividades colaborativas son algunos ejemplos que deben realizarse constantemente para no monopolizar la lección e involucrar a todos los participantes. Los docentes pasan la mayoría del tiempo hablando durante sus lecciones, pero en ocasiones también se debe buscar momentos para solo escuchar a sus estudiantes. Sin embargo, al hablar con alguno de ellos, las y los maestros pueden precipitarse a interrumpirlos o pensar rápidamente en una solución antes de que su estudiante termine de hablar, lo cual puede tener como resultado la falla de comprensión de lo que se quiso decir; es necesario reflexionar en el mensaje recibido para dar la mejor respuesta. Además, es posible que el o la estudiante no busque una solución, sino que solo quiera ser escuchado.

 

Vive el presente: técnicas para incentivar la escucha activa

La escucha activa puede ser difícil de implementar en nuestra vida diaria, pero existen algunas técnicas que nos ayudarán a incentivarla cuando nos comunicamos con otras personas.

  • Ser abiertos: Nuestros modelos mentales juegan un papel importante dentro de la comunicación, no aceptar otros puntos de vista puede cerrar nuestros canales de escucha; esto a través de la interrupción constante o terminando las oraciones del emisor. Debemos practicar la paciencia, dejar que la persona termine de hablar para comprender completamente lo que dice antes de contestar.
  • Ser empáticos: Más que escuchar problemas, a las personas les gusta solucionarlos… y rápido. Aunque puede que no sea nuestra intención, en repetidas ocasiones interrumpimos o completamos las oraciones del emisor; lo cual puede ser contraproducente al interrumpir el hilo de la conversación o desviarse de la idea original. Además, impedir que la persona termine de hablar hará que no se sienta valorado al hacer a un lado sus pensamientos.
  • Parafrasear: Con el fin de demostrar que has entendido el mensaje, una técnica muy valiosa es parafrasear con tus palabras lo que te acaban de decir; lo cual puede resultar redundante al principio, pero te sorprenderán los resultados de hacerlo constantemente. Puedes comenzar con frases como “Lo que me estás diciendo es que…”, “¿Entiendo correctamente si lo que me dijiste es…?”
  • Reforzar: La comunicación es de dos (o más). Podemos dar acciones afirmativas a través del lenguaje corporal positivo para confirmar que recibes el mensaje efectivamente: sonriendo, asintiendo con la cabeza, manteniendo el contacto visual y poniendo nuestras manos frente a nosotros.También podemos involucrarnos con el emisor al hacer preguntas abiertas referentes al tema cuando sea pertinente y resumiendo el mensaje para comprobar que lo que escuchamos es lo correcto.
  • Estar presentes: Actualmente existen miles de distractores, ya sea por asuntos físicos (estar en un lugar ruidoso, recibir notificaciones en el celular, etc.) y mentales (estar en tu cabeza pensando en temas personales). Es importante estar siempre presentes en el momento, mentalizarnos a respetar el tiempo de los demás y ponerles la atención que merecen.
  • Repetir: Todos hemos estado en situaciones donde se nos es casi imposible escuchar, ya sea porque el tema es aburrido o estamos cansados física o mentalmente. Una buena técnica para seguir el hilo de una conversación, junta, clase, etc. es la de repetir en nuestra cabeza lo que la persona está diciendo. De esta manera podemos direccionar nuestra concentración fácilmente hacia lo que dice el orador.

Dijo Charlotte Brontë: “el interés del que escucha estimula la lengua del que habla”. La escucha activa impulsa la comunicación positiva con la otra persona, creando un entorno de entendimiento y empatía; es por medio de ésta que el emisor asegura que se recibe su mensaje exitosamente, además de sentirse escuchado y valorado. Por lado del receptor, la escucha activa ayuda a que el mensaje que se le está dando sea comprendido al máximo, para así convertirse en un elemento activo que refuerza el proceso de comunicación y que además sea capaz reflexionar a profundidad el mensaje recibido.

Fuente: Institute for the Future of Education.

 

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