En su alocución previa a la oración mariana del Ángelus el XII Domingo del Tiempo Ordinario, el Papa subrayó que las pruebas afrontadas con el Señor al lado nos hacen más valientes.
Sebastián Sansón Ferrari – Ciudad del Vaticano
Incluso en medio de la confusión y la angustia, debemos abandonarnos al Señor, confiando siempre en Él. Este fue el reconfortante mensaje que el Papa Francisco ofreció a los fieles en su reflexión previa a la oración mariana del Ángelus correspondiente al XII Domingo del Tiempo Ordinario, 23 de junio de 2024.
Dirigiéndose a los miles de peregrinos reunidos en una tórrida y nublada Plaza de San Pedro, el Santo Padre reflexionó sobre la lectura del Evangelio de hoy según San Marcos, que narra la historia de cuando Jesús y los discípulos estaban en una barca en el lago Tiberíades, y los discípulos estaban atemorizados, mientras Jesús dormía, cuando una repentina y fuerte tormenta amenazó, o eso parecía, con hundir la barca.
“Parece que Jesús quiere ponerlos a prueba”, observó el Pontífice, quien de inmediato aclaró: “Sin embargo, no los deja solos, se queda con ellos en la barca, tranquilo, incluso durmiendo. Y cuando estalla la tormenta, con su presencia los tranquiliza, los anima, los incita a tener más fe y los acompaña más allá del peligro. ¿Por qué hace así?”.
“Para fortalecer la fe de los discípulos y hacerlos más valientes”, respondió el Sucesor de Pedro, añadiendo: “En efecto, salen de esta experiencia más conscientes del poder de Jesús y de su presencia en medio de ellos y, por tanto, más fuertes y dispuestos a afrontar otros obstáculos y dificultades, incluido el miedo a aventurarse a proclamar el Evangelio. Habiendo superado esta prueba con Él, sabrán afrontar muchas otras, incluso hasta la cruz y el martirio, para llevar el Evangelio a todos los pueblos”.
Confiar en el Señor en medio de la confusión
“Jesús hace lo mismo con nosotros, particularmente en la Eucaristía”, afirmó el Sucesor de Pedro: “Nos reúne en torno a Sí, nos da su Palabra, nos alimenta con su Cuerpo y su Sangre, y luego nos invita a ponernos en camino, a transmitir a todos lo que hemos oído y a compartir con todos lo que hemos recibido, en la vida cotidiana, incluso cuando es difícil”.
¿Me dejo arrollar por la agitación o me aferro a Él?
Hacia el final de su meditación, el Papa invitó a los fieles a preguntarse:
“En tiempos de prueba, ¿soy capaz de hacer memoria de los momentos de mi vida en los que he experimentado la presencia y la ayuda del Señor? Cuando llega alguna tormenta, ¿me dejo arrollar por la agitación, o me aferro a Él para encontrar la calma y la paz en la oración, en el silencio, en la escucha de la Palabra, en la adoración y en el compartir fraterno de la fe?”.
El Pontífice elevó una súplica a la Virgen María, “que aceptó la voluntad de Dios con humildad y valentía”, para que “nos conceda, en los momentos difíciles, la serenidad del abandono en Él”.