Oscar A. Pérez Sayago
Secretario General
Confederación Interamericana de Educación Católica – CIEC
Frente a un mundo tecnicista, el Papa Francisco señaló la importancia de privilegiar la formación sobre la instrucción. Se trata de la formación en valores que, como una brújula, van a orientar las preferencias, las opciones, las acciones de los estudiantes. Es un aprendizaje lento que requiere determinación y constancia.
Las oportunidades educativas que ofrecen la catequesis, el aprendizaje de música, el entrenamiento deportivo, la producción artística ofrecen a los educadores elementos para revisar si su servicio educativo privilegia la formación sobre la instrucción.
Como las diversas instancias de la sociedad (clubes deportivos, sindicatos, empresas, iglesias, etc.) tienen su propio elenco de valores, corresponde a las familias de los estudiantes conocerlos y optar por aquellos que más armonicen con la propuesta educativa que tienen en mente para sus hijos.
De modo general todavía existen escuelas que manifiestan una concepción reductiva del ser humano, pues su programación solo se interesa por lo cognitivo, y poco o nada sobre lo afectivo y lo operativo.
La dimensión pluridimensional del estudiante es una de las que más va a requerir la contribución de otras entidades como las iglesias, para la formación y el compromiso religioso; los clubes y gimnasios para el desarrollo deportivo; los centros culturales (teatros, bibliotecas, museos, zoológicos, floriculturas) para el sentido artístico y estético.
Dado que el Pacto Educativo es el consorcio de muchas fuerzas de la sociedad, urge motivarlas y capacitarlas para defender y promover el derecho universal a educación de calidad.
Hay algunos temas que el Papa sugiere para reforzar el currículo, como asignatura o como tema transversal: educación crítica, educación de la libertad responsable, educación de la ecología integral. En la Exhortación Amoris Laetitia, Francisco menciona otros aspectos para el currículo: formación ética, apropiación paulatina de valores, educación adecuada para la disciplina y el autocontrol, educación de la emotividad, educación para la fraternidad, vida familiar como contexto educativo, educación sexual positiva y prudente, educación para un estilo de vida austero. Sin embargo, el más importante es la educación para la trascendencia, conforme confiesa Francisco: Para mí, la mayor crisis de la educación desde una perspectiva cristiana es su cierre a la trascendencia.