Cómo afecta el entorno digital al neurodesarrollo de menores y adolescentes o a su salud mental son algunos de los puntos que analiza el ‘Informe del comité de personas expertas para el desarrollo de un entorno digital seguro para la juventud y la infancia’, impulsado por el Ministerio de Juventud e Infancia.
Por Lucía García López
En una sociedad cada vez más digitalizada es necesario tomar medidas desde edades tempranas para que los más pequeños aprendan a sacar el máximo partido a las nuevas tecnologías desde un enfoque práctico pero, a la vez, seguro. Para definir y abordar algunas cuestiones clave en torno al uso de las nuevas tecnologías entre los más jóvenes, el Ministerio de Juventud e Infancia ha reunido a un grupo de expertos que ha analizado y debatido sobre el tema; de su actividad ha surgido el ‘Informe del comité de personas expertas para el desarrollo de un entorno digital seguro para la juventud y la infancia’, en el que han participado diferentes expertos como Laura Cuesta, profesora de Cibercomunicación y Nuevos Medios de la Universidad Camilo José Cela o Julio Albalad Gimeno, director del Instituto Nacional de Tecnologías Educativas (INTEF).
Desmitificando conceptos: ‘uso responsable’, ‘nativo digital’ y ‘la regulación mata a la innovación’
En él, en primer lugar, se han abordado algunos de los conceptos que se asocian habitualmente al uso que realizan los menores de la tecnología. Así, se hace referencia a que muchas de las plataformas que operan en Internet ponen el acento en el uso responsable como la clave principal para evitar los efectos psicológicos, intelectuales y económicos generados por un abuso adictivo de las tecnologías. Pero, desgraciadamente, para los expertos existen aplicaciones y plataformas que influyen de forma intencionada en el comportamiento de los usuarios mediante patrones oscuros: su objetivo es maximizar el tiempo de uso mediante notificaciones constantes, recompensas intermitentes (los ‘me gusta’, la utilización de emoticonos o los comentarios en redes sociales…), el desplazamiento infinito, o los contenidos que apelan a la emoción de los adolescentes.
De esta manera, se crea una adicción que provoca comportamientos compulsivos de revisar el teléfono, las redes sociales o, directamente, no desconectarse de ellas. Es por ello que desde el Ministerio de Juventud e Infancia creen que el uso responsable solamente será eficaz si viene acompañado de políticas públicas, normas y sanciones para quienes las incumplan, estableciendo unos límites a la oferta de servicios de las empresas que contemplen los derechos de los ciudadanos digitales.’
Por otro lado, en referencia al término de nativos digitales utilizado por primera vez en 2001 por el escritor y conferenciante Marc Prensky en su artículo ‘Digital Natives, Digital Immigrants’, consideran importante resaltar que, aunque el concepto se ha popularizado en el campo de la literatura académica, no existe en su creación ningún fundamento científico que acredite que los menores nacidos en la era digital posean capacidades y habilidades digitales innatas únicamente por haber crecido con la tecnología. Este concepto, además, puede fomentar una visión determinista de la tecnología, dando a entender que el simple acceso a dispositivos digitales garantiza ciertas habilidades y competencias. Pero destacan que no se consideran otros factores como la educación (habilidades digitales profundas o una comprensión crítica de la tecnología), el interés personal y el contexto social.
En tercer lugar aparece la idea de que ‘la regulación mata a la innovación’. Sin embargo, para ellos la realidad es que las medidas reguladoras ofrecen garantías, controlan riesgos y crean un marco justo para la competencia. La regulación ya existente en el ámbito digital y la creación de agencias independientes que velan por la protección de datos -y que deberán asumir nuevas competencias en el futuro-, son la demostración de que el mundo digital necesita de un marco institucional que garantice los derechos de los ciudadanos y de los consumidores y que proteja su privacidad.
Mercantilización de los datos de los menores
Otro de los datos que recoge el informe es que numerosos productos o servicios que se ofrecen a los menores en el mundo digital con apariencia de gratuitos, realmente no lo son. Y es que el precio que realmente están pagando estos usuarios, aunque no lo perciban, se denomina ‘valor en la sombra’: se trata del beneficio adicional que un proveedor de servicios de mensajería instantánea o correo electrónico, las redes sociales, o las plataformas de intercambio de vídeos obtienen al utilizar los datos que cada usuario nuevo le facilita.
Neurodesarrollo y uso de las nuevas tecnologías
En los últimos años, por otro lado, ha crecido la preocupación en el campo de la pediatría sobre cómo afectan los medios digitales en el neurodesarrollo y el desarrollo psicoafectivo de los menores. Es por ello que en el informe analizan estas variantes teniendo en cuenta que existe evidencia científica de que el tiempo frente a los mismos a una edad temprana se asocia con un desarrollo cognitivo y socioemocional deficiente.
Por ejemplo, en el momento del nacimiento, las neuronas comienzan a recibir información a través de los sentidos, y a lanzar estas sinapsis para transmitirla a otras neuronas. Estas conexiones, que se generan en gran medida en los dos primeros años de vida, determinarán de manera muy significativa su funcionamiento en la vida adulta. Y en el informe se explica que es la etapa hasta los 2 años la que se caracteriza por el desarrollo de la psicomotricidad gruesa, la psicomotricidad fina y el desarrollo del lenguaje. Por ello es necesario el juego no estructurado, la manipulación y los espacios abiertos, además de la necesidad del cerebro de observar, copiar y experimentar de sus iguales y de sus figuras de apego. En este punto, los expertos hacen referencia a que el aprendizaje a través de una pantalla no proporciona el mismo resultado que aquel que se produce mediante la imitación a una persona.
En el caso del impacto que tiene el entorno digital en el desarrollo neurológico de los adolescentes, la mayoría de los estudios se centran en el impacto de las pantallas en la interacción social y la salud mental. Los medios digitales interfieren a esta edad de dos formas: a través de un aumento de la activación en la región límbica, y mediante la disminución de la actividad en la zona frontal. La multitarea, es decir, interactuar con al menos dos formas de pantalla simultáneamente, se asocia con peores resultados cognitivos y disminución de la capacidad de filtrar distracciones, aumento de la impulsividad y menor rendimiento de la memoria de trabajo.
Bienestar emocional y salud mental
Según datos de UNICEF España, el 15% de los adolescentes españoles presentan síntomas de depresión grave y la tasa de ideación suicida se sitúa en el 10%. Y estos datos se relacionan con que entre el 33% de adolescentes que presentan un uso problemático de Internet, el indicador de bienestar emocional se reduce a la mitad y la tasa de depresión es más del triple. Además, el uso abusivo de la tecnología puede tener un impacto negativo en hábitos saludables como los patrones de sueño y los hábitos nutricionales, entre otros.
Junto a ello, otro aspecto de vital importancia que aborda en el estudio se relaciona con la violencia digital. Y es que según apuntan, 1 de cada 3 adolescentes podría estar sufriendo acoso escolar, y 1 de cada 5 podría ser víctima de ciberacoso. Es por ello que los expertos creen que un mal uso del entorno digital puede precipitar situaciones de violencia de la que pueden ser víctimas los menores: agresiones sexuales (online grooming), ciberacoso o sexting sin consentimiento y violencias que pueden combinarse y trasladarse al mundo físico.
Aumento de los discursos de odio
En relación a la violencia digital, se refieren al aumento de los discursos de odio contra grupos vulnerables. Un ejemplo recopilado en el informe es la encuesta europea ‘Speak Out: A Survey of Online Anti-LGBT+ Hate Speech and Hate Crime’, que revela que casi el 70% de las personas LGTBI+ han sufrido LGTBIfobia a través de las redes sociales en los últimos cinco años. Las cifras muestran que las personas agredidas a través de Internet fueron insultadas (95%), amenazadas con violencia física (57%), o con ver revelada su orientación sexual o identidad de género (29%). Además, el 27% recibió amenazas de agresión sexual y el 31% de muerte, entre otras. En el 54% de los casos, la persona o personas agresoras eran anónimas o desconocidas para la víctima. A su vez, el informe ‘Estado LGTBI+ 2023’ muestra consecuencias en la salud emocional, que se podrían considerar fatales, tales como una predisposición a la ansiedad o el miedo, y una disminución de la satisfacción con la vida en aquellas personas que han sufrido acoso, incluso pasados cinco años.
Consultado en: https://www.educaciontrespuntocero.com/noticias/entorno-digital-seguro/ Fecha de consulta: 03/01/2025