Por: Patricia Ynestroza – Vatican News.
Francisco, al recibir a un grupo de peregrinos italianos de Spoleto-Norcia, que están celebrando el año jubilar por la dedicación de la catedral de Spoleto, les deseó que sean descubridores de la belleza, buscadores de los tesoros de la fe.
El Papa Francisco recibió peregrinos italianos de la arquidiócesis de Spoleto-Norcia, venidos a Roma en el Año jubilar que están viviendo por el aniversario de la dedicación de la catedral de Santa María Asunta de Spoleto.
Comunicar la fe es cuestión de belleza
Al referirse a la belleza de la catedral, el Papa recordó que comunicar la fe es ante todo una cuestión de belleza. La belleza no se explica, se muestra, afirmó, la belleza no se convence, hay que testimoniarla.
“Por eso, en la Iglesia, lo que se testimonia es más importante que lo que se predica. Y vuestra catedral, con sus magníficas capillas, alberga historias de vida y de fe, contiene santidad y belleza”.
La oración, la caridad hecha en secreto
Es una belleza que hay que sacar a la luz, como hace un restaurador cuando redescubre los colores de un fresco antiguo. Así sucede en la Iglesia, enfatizó Francisco, donde lo que no aparece a los ojos es más precioso que lo que se ve:
“La oración, la caridad hecha en secreto y la fuerza del perdón no aparecen en primera plana; tampoco los sacrificios de los pastores, la vida de tantos “santos de al lado”, el testimonio de los padres, de las familias, de los ancianos… Aquí, les deseo que sean descubridores de la belleza, buscadores de los tesoros de la fe; que no se detengan en la superficie de las cosas, sino que vean más allá, apreciando y acogiendo el patrimonio de santidad y de servicio que es la riqueza de la Iglesia”.
La fe debe revivirse siempre en la alegría del Evangelio, en la comunidad hecha de personas, en la asamblea de quienes experimentan la misericordia y se reconocen hermanos y hermanas amados por Dios mediante la gracia.
“Buscar la belleza es ir al corazón de las cosas. En la Iglesia, ya no es hora de fijarse en aspectos secundarios, externos; es hora de mirar a la comunidad de los orígenes y centrarse en las verdaderas prioridades, que son la oración, la caridad y el anuncio”.
Renovar la pastoral exige opciones
El Papa animó a los peregrinos a no tener miedo de actualizar las modalidades de la evangelización, de la catequesis, del ministerio del párroco y del servicio de los agentes pastorales, para pasar de una pastoral de conservación, en la que esperan que la gente venga, dijo, a una pastoral misionera, en la que entrenan sus corazones para que se expanda al anuncio, saliendo de la “introversión pastoral”.
“Cuando el corazón no permanece cerrado y triste, rumiando las cosas que no van bien, sino que se abre, como sucede en un sacerdote que se gasta por su pueblo, en una familia que genera vida, en un joven que opta por no pensar sólo en divertirse sino en jugarse por Dios y por los demás, entonces el Evangelio pasa de forma auténtica, a través de la belleza del testimonio. Recordémoslo siempre: el testimonio de vida comunica la belleza de la fe”.
La Iglesia que intercede
Al hablar de la Catedral, dedicada a la Madre de Dios, Francisco recuerda que tiene su efigie más representativa en el “Santo Icono”.
“Esta imagen representa a la Virgen con las manos levantadas, intercediendo por nosotros. Y es “un icono que habla”: de hecho, su pergamino da voz a la imagen. Lo hace a través de un diálogo entre Jesús y su Madre, un diálogo casi dramático, en el que Cristo dice: “¿Qué pides, oh María?”, y ella responde: “La salvación de los vivos”. Él replica: “Pero provocan ultraje”. Y ella: “Complácelos, Hijo mío”. Él: “¡Pero no se convierten!”, y Ella: “Y tú los salvas por gracia”. Esto es intercesión, llevar a los demás ante el Señor, luchar con Él a través de la oración, saber insistir, no sólo y no tanto por nuestros amigos y seres queridos, como solemos hacer, sino especialmente por los que están lejos, por los que no son de los nuestros, por los que nos critican, por los que no conocen el amor de Dios”.
Por consiguiente, una Iglesia que intercede, que lleva el mundo al Señor sin mundanizarse, es una Iglesia siempre viva, siempre bella. Cuántas veces, recalcó, en cambio, el virus de la queja serpentea también entre nosotros. Los cristianos no pueden dejarse atrapar por los cordones de esta mundanidad cansina y enervante, aseveró, sino que están llamados a redescubrir la belleza que han recibido por gracia y a interceder, es decir, a atraer la belleza sobre los demás.
Publicado en: Vatican News.
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