El «amor romántico» o el «amor Disney» difunde la creencia que hay vínculos más valiosos que otros, que existe una jerarquía para la distribución del tiempo, los afectos y los cuidados.
Por Romario López
El amor es frecuentemente percibido como una experiencia universal. Sin embargo, más que una esencia inmutable, se trata de una práctica situada que atiende a las formas en que lo ve cada cultura, contexto y momento histórico. A través de las series y películas que consumimos hasta el 14 de febrero, el amor romántico ha sido representado y promovido como un ideal en nuestros vínculos afectivos.
El «amor romántico» o «amor Disney», como lo proponen algunas autoras, se ha sostenido históricamente a través de mitos que configuran nuestras expectativas y formas en las que esperamos recibir cariño. El mito de la media naranja, la idea de que los celos son una muestra de amor o la creencia de que el amor duele pueden ser algunos ejemplos. La interiorización de estas narrativas nos lleva, en muchos casos, a no responder ante el abuso o la violencia que vivimos dentro de las relaciones, asumiendo que por sí mismas son muestras de afecto.
Esta configuración del amor también se construye en asimetrías, y difunde la creencia que hay vínculos más valiosos que otros, que existe una jerarquía para la distribución del tiempo, los afectos y los cuidados. Sin embargo, es injusto pensar que una persona tiene la responsabilidad de cubrir todas nuestras necesidades socioemocionales. Teorías, como la del apoyo mutuo, nos recuerdan nuestra inherente tendencia a la vida común, y nuestra interdependencia como seres humanos: Nada se sostiene solo, todo se construye en comunidad.
Apostar por un amor compañero es abandonar estas expectativas prefabricadas, para acompañarnos en la genuinidad. Es derribar la jerarquía para horizontalizar nuestros afectos: también podemos soñar, viajar, adoptar un perro o mudarnos con nuestras amistades. Es encontrarnos con un vínculo en la libre de decisión de acompañarnos, honrando la libertad de poder irse y, aun así, nos elija. Y cuando elegimos a un vínculo, tenernos cariño:
Cariño: la práctica de atender las necesidades que otra persona me manifiesta, con el fin de procurar cariñosamente su vida, y en ese acompañamiento, procurar también la mía.
– Definición colectiva de Paola Medina, Rebeca Arámburo y Diana Ruiz
Construyendo relaciones positivas en Tecmilenio
En Tecmilenio, desde la Oficina de Inclusión y Comunidad Segura, buscamos que la Dignidad Humana sea un aspecto vivencial en las aulas y pasillos de nuestros campus. A través de las coordinaciones de formación y prevención, buscamos generar espacios que promuevan las relaciones saludables, libres de violencia.
Con ese objetivo, en colaboración con VIVE, coordinamos la Feria de Relaciones Positivas, evento impulsado desde hace años por grupos estudiantiles para conmemorar el 14 de febrero. Este año, realizaremos la feria entre el 10 y 14 de febrero con una meta distinta: repensar las maneras en que amamos y nos relacionamos, construyendo vínculos desde el cuidado y el buentrato. Queremos alejarnos de los mitos del amor romántico y promover prácticas afectivas que sostengan relaciones sanas.
Apostar por el compañerismo en nuestros vínculos es un acto de resistencia a las narrativas tradicionales del amor. Nos brinda la posibilidad de construir relaciones genuinas, basadas en la complicidad y el cuidado mutuo. En Tecmilenio, buscamos seguir trabajando para que estas reflexiones trasciendan y sean parte de la cultura de nuestra comunidad.
Consultado en: https://observatorio.tec.mx/apostar-a-construir-vinculos-desde-el-companerismo/ Fecha de consulta: 17/02/2025