En los primeros setenta (70) años, la CIEC quiere ofrecerles la renovación de su proyecto educativo-pastoral, que pretende señalar las líneas para una escuela abierta al mundo, alerta a una pedagogía creadora, atenta a las posibilidades humanas del futuro, solidaria de todos los lugares en los que se educan los niños, adolescentes y jóvenes, en la comunidad eclesial y en la comunidad de las naciones.
Este es el momento de hacer los cambios que haya que hacer para ponernos en sintonía con las exigencias de los tiempos. Seguir apegados al pasado, a lo hecho, a las estructuras, a las tradiciones por venerables que sean o parezcan, es negar la acción constructiva y permanentemente renovadora del espíritu de DIOS, que hace “nuevas todas las cosas”. Hoy más que nunca debemos apostar por un proceso de cambio y de cambios en la escuela, en línea evangélica. Son necesarios, urgentes e insoslayables.